Una mujer camina por una calle de La Haya. :: ED OUDENAARDEN/AFP
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Holanda mide el desencanto con la UE

El auge euroescéptico y el malestar con la austeridad que promueve Bruselas deciden las elecciones del miércoles en el país

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Holanda vuelve a convertirse en el termómetro de la UE. Como ya sucedió en 2005, cuando el 'no' de su electorado remató la fallida Constitución europea, Países Bajos acapara todos los focos en unos comicios que pueden ser cruciales para la implacable estrategia comunitaria contra la crisis. Tras una campaña marcada por los efectos de la austeridad a ultranza y los rescates de los socios periféricos, los holandeses medirán el miércoles en las urnas la magnitud de su cabreo con los ajustes impuestos desde Bruselas. Las encuestas otorgan la reelección al liberal Mark Rutte, pero el fuerte incremento previsto para los euroescépticos de la izquierda radical auguran un resultado con muchos matices.

Emile Roemer, un maestro al que su falta de experiencia en la política nacional ha acabado por pasarle factura en los sondeos, despuntó como el gran protagonista al comienzo de la campaña. Líder del Partido Socialista, una formación con raíces maoístas enmarcada en la izquierda radical, guía a sus correligionarios hacia su mejor resultado de los últimos años. Roemer ha sabido capitalizar el desencanto con la austeridad dictada por la UE y podría duplicar su número de parlamentarios, lo que le convertiría en la tercera fuerza del país. Aunque su tirón se ha ido desinflando, los socialistas llegaron a discutirle el triunfo a los liberales en varias encuestas realizadas en agosto.

El líder de la izquierda radical ha rechazado en diversas ocasiones la etiqueta de extremista y mantiene un medido discurso euroescéptico. La formación abanderó el rechazo a la Constitución europea y se opuso a la entrada en la moneda única, pero ahora no defiende la recuperación del florín. En cambio, apuesta abiertamente por poner fin a los recortes y a las políticas de austeridad, una tendencia mucho más visible en los países del sur del continente. La cuestión tiene todavía más miga porque el Gobierno holandés, fiel aliado de Alemania, ha sido uno de los más exigentes con los socios en apuros como España e Italia.

Los socialistas, que votaron en contra del rescate bancario español, han cimentado su ascenso en la defensa del amplio catálogo de derechos sociales del país incluso desoyendo las directrices de la UE. «Por encima de mi cadáver», espetó Roemer en una de las intervenciones que han marcado la pugna electoral. El líder izquierdista reflejó con esa contundencia su negativa a pagar una hipotética multa comunitaria si Holanda superara bajo su mando el límite sagrado del 3% de déficit. La frase se tradujo en una catarata de críticas de sus oponentes, que no olvidan la tradición conciliadora de un país que pertenece al grupo de seis socios fundadores de la UE tras la Segunda Guerra Mundial.

Debates televisados

La estrella de Roemer empezó a perder fuerza con la llegada de los debates televisados la semana pasada. Los analistas auguraban un pulso directo con el primer ministro Rutte, pero emergió un tercer candidato que ha logrado dar la vuelta a las encuestas. Diederik Samson, jefe del Partido Laborista, arrolló a sus adversarios con sus maneras de primer ministro y su discurso realista. Antiguo activista de Greenpeace, el líder de centro-izquierda se atrevió incluso a ofrecer cierta flexibilidad a Grecia con los ajustes, una línea roja que ningún candidato parecía dispuesto a sobrepasar. «Si Atenas nos pide medio año más de tiempo y eso nos conduce a una Europa mas fuerte, entonces diría 'sí'», proclamó.

Samsom, que ha redibujado la imagen de los laboristas con un discurso más socialdemócrata, aboga por atemperar el ritmo de los recortes exigidos por Bruselas. Su espíritu proeuropeo, sin embargo, es indiscutible. Defiende una mayor integración en la UE y, desde la oposición, ha respaldado todos los rescates de los socios periféricos. Pese al avance del euroescepticismo, Holanda debe buena parte de su pujanza a la Unión. El 70% de su PIB está vinculado al comercio y las exportaciones, la mayoría dirigidas al resto de los Veintisiete. El país ha pagado con la recesión la debilidad de la demanda externa, pero mantiene una envidiable tasa de paro del 5,3%, apenas el 9,2% en el caso de los jóvenes.

Tras su espectacular triunfo en los debates, decisivos con un espectro político tan fragmentado, Samson amenaza el liderazgo en las encuestas de Rutte. El jefe de los liberales, apodado 'el primer ministro de teflón' por su capacidad para sobrevivir a las crisis políticas, se mantiene ligeramente por delante con un escaño de ventaja. En la recta final de la campaña, Rutte intenta presentarse como un punto intermedio entre los euroescépticos y la generosidad de Samsom. A su juicio, Holanda debe mantenerse como una referencia de rigor en la UE y respaldar a los socios zarandeados por los mercados siempre que no se desvíen con los ajustes.

Futuras alianzas

Ante la igualdad de Rutte y Samsom en los pronósticos, los analistas consideran que la Unión podría ser la más beneficiada. Si los resultados se materializan el miércoles, lo más probable es que se articule una coalición de gobierno proeuropea encabezada por ambos y respaldada por algún socio menor. Este acuerdo podría llevar su tiempo porque Holanda, al igual que su vecino belga, se enreda en largas negociaciones hasta que se alcanza un consenso. Su récord para formar Ejecutivo, marcado en 1977, está en 208 días. Hace dos años, cuando se celebraron los últimos comicios, los liberales necesitaron 127 días.

Los holandeses fueron llamados de nuevo a las urnas el pasado abril después de que Geert Wilders, que ofrecía estabilidad parlamentaria al Ejecutivo, provocara su caída al rechazar más ajustes para cumplir con el límite de déficit del 3%. La figura del líder populista se ha diluido durante la campaña porque su formación parece que no será decisiva para forjar alianzas. Wilders, hasta ahora más concentrado en un discurso islamófobo, ha virado completamente su punto de mira para colocarlo en la UE. Sin medias tintas, quiere que el país salga del euro y de la Unión. Tras la experiencia del último Gobierno, ningún partido quiere entenderse con él.