Toru Iwatani, durante una entrevista
Toru Iwatani, durante una entrevista - efe
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Toru Iwatani: «Diseñé el Comecocos para que las mujeres se acercaran a los videojuegos»

El diseñador de Tokio explica en Gamelab cómo creó «Pac-Man», un juego que ya se ha convertido en todo un icono de la cultura popular

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Había muchos detalles en « Pac-Man» (Namco, 1980) que resultaban hipnóticos: la música divertida y machacona, el neón azul que dibujaba los laberintos por los que discurría la acción, la forma y la cadencia con la que se desplazaban los enemigos y, sobre todo, el «waka-waka-waka» con el que el Comecocos, tal y como se bautizó popularmente al juego en nuestro país, ingería una a una todas las pastillas amarillas con las que completaba el nivel.

Pero a Toru Iwatani (Tokio, 1955), en realidad, no le interesaba dejar atónito a los jugadores que, a principios de los ochenta, se dejaban caer por los salones recreativos. «Quería crear un juego al que pudieran jugar las mujeres», afirmaba en Gamelab, el Congreso Internacional del Videojuego que se celebra estos días en Barcelona.

«Las salas de máquinas eran sitios oscuros, a los que sólo se acercaban los chicos porque los videojuegos eran más bien violentos. Imagínate una discoteca llena de hombres, ¡sería horrible!», dice entre risas.

Su intención era desarrollar un título que interesara a las parejas y, en particular, a las mujeres. «Tenía que encontrar algo que les gustara y lo cierto es que a las chicas les gusta mucho comer», afirma el de Tokio. Así que con esa mecánica en mente, Iwatani solo tenía que dar con un héroe carismático. Una noche, muerto de hambre, encargó una pizza y al retirar la primera porción de la misma se le encendió la bombilla. «Ahí estaba Pac-Man», recuerda. Solo faltaba diseñar a los enemigos a los que el voraz disco amarillo tendría que evitar: «Quería que fueran fantasmas pero me ocupe de que tuvieran un aspecto simpático y divertido. Me inspiré en los dibujos de Tom y Jerry».

Cumplidos 35 años y múltiples versiones después, el juego se ha convertido en todo un icono de la cultura popular, traspasando su medio natural y dando lugar a series de dibujos animados, muñecos, juguetes, tazas, e incluso, «Pixels', una película que se estrenará el 24 de julio y en el que la bola que inventó Iwatani tiene un papel crucial. Pero, ¿qué hace que la gente siga acercándose a él? Iwatani lo tiene claro: «Las reglas de juego son muy simples y los personajes son muy agradables. Por otro lado, el manejo es muy sencillo, pues solo usa cuatro direcciones». Si a todo ello se une que el reto de conseguir una mejor puntuación está siempre presente y que la llegada de los «smartphones» ha hecho que se pueda jugar al Comecocos en cualquier lugar, no hay mucho más que decir.

Pese a su éxito -en solo un año desde su lanzamiento se pusieron en circulación 350.000 máquinas recreativas en Japón y EE.UU. lo que supuso unas ganancias para Namco de más de 2.400 millones de dólares- Iwatani no percibió un solo yen por el mismo. «Los derechos pertenecían a Namco así que no había mucho que hacer», dice quien ahora imparte clases en la Universidad Politécnica y de Artes de Tokio para que en un futuro otros jóvenes puedan hacer lo mismo que él, revolucionar la industria del videojuego. Pese a todo, Iwatani aún no ha dicho su última palabra. Según explicó, esta preparando un juego llamado «Gaming Suit», que tiene como soporte físico un traje a través del cual el jugador puede crear arte. Quizá vuelva a sorprendernos.

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