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pretemporada

Al Madrid se le ven las intenciones

El equipo de Benítez se impuso por 2-0 (James y Bale) al Tottenham en la semifinal de la Copa Audi. Apenas concedió ocasiones al rival

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Real Madrid290Tottenham

Sacar conclusiones de un partido de pretemporada debe de parecerse un poco a intentar adivinar qué estudiará el niño viendo una ecografía. Se mira con todo el interés, con todo el amor, hasta con ilusión, aunque este sea el verano, el primer verano sin la gran ilusión florentiniana del fichaje, pero lo único que se ve son unos movimientos plasmaticos, unas formas cambiantes, una nebulosa de toquecillos, y nos fijamos en lo nuevo, en Danilo, en Casilla y sus puñetazos por alto -especialmente aparatosos, como para marcar diferencias respecto al pasado-, y en el pirri de Bale, que va por el campo como cogiendo señal.

[ Así hemos contado el partido]

La posición del galés no acaba de.

Queda todo por delante, y es meritoria la claridad de ideas del míster, pero Bale por el centro, por las mediapuntas, se desnaturaliza un poco. Parece un caballo en el salón. Es un crimen futbolístico, o simplemente una cosa muy rara, que el mejor lateral, o interior zurdo de la década no haya vuelto a esa banda. Ni en verano. Los nostálgicos nos tenemos que meter en youtube para ver a Bale pisando la cal. He visto cien veces su partido en San Siro contra Maicon. Y de eso vivo. De eso vive la pasión futbolera por Bale.

El Madrid ahora mismo es como una nube de puntos que parece querer decirnos algo. Se juntan mucho, no hay clareos, guadianeos. Jesé apareció en dos jugadas de nueve puro y el 1-0 llegó en una combinación de Isco y James, haciendo cosas que les conocemos. En realidad, son los mismos, y harán cosas muy parecidas, pero gusta engañarse. James provoca muy bien esos malentendidos a tres entre marcador, central y portero, y en ese triángulo de panfilez surge y remata.

El ritmo del partido era bajo y el Madrid lo controló pronto. Benítez anotaba todo en una papel, que no llega a la libreta de otros, pero que tranquiliza. No se puede hacer nada serio en la vida sin ir anotando, sin el método de prueba-error y sin la minuciosa observación que las notas sugieren.

Bien mirado, es mejor. La libretilla sería de cursi y de maniático. Metódico ma non troppo.

Las notas de Benítez serían el equivalente al fichaje de otros años, la Ilusión en mayúsculas florentinianas. Y va unida a tres cosas: al trabajo y «sus frutos», a los jóvenes, alguno de los cuales debería quedarse, y a los jugadores modestos, los «benítez», gente como Lucas Vázquez, sometidos a la voluntad táctica.

Cansa ver a un equipo que, año tras año, se construye a partir de la colocación, más o menos pactada, de tres figuras, o de tres figuras y media.

Pero todo son impresiones. Parece que el equipo quiere presionar, a ratos es un espejismo de modernidad, a ratos también quiere tocar y tocar, más incluso que con Ancelotti. Pero en el cabeceo de los futbolistas, en su recolocación constante, se adivina el énfasis del entrenador.

Las carreras de Lucas Vázquez detrás de los contrarios son tan esforzadas, tan humildes, que estimulan. Son, en realidad, refrescantes.

Y apetece la titularidad de Casemiro. ¿Pero por qué tener uno sólo? Debería ser urgente sustituir a Illarramendi por otro Casemiro.

En la segunda parte el 4-4-2 se dibujaba con claridad. Estas cosas se agradecen.

Acostumbrados a tanto crack exento y a tanto mediapunta talentoso y pinturero, Vázquez y Cheryshev parecen necesarios, y apetecen por complementarios. Un poquito de patata en el cocido.

Y entró Asensio, al que observamos como se observa a los nuevos fichajes hasta que volvimos a caer en que lo mejor a su edad es la cesión.

En el Madrid se perciben los automatismos. Como cuando estás aprendiendo a hacer el baile del robot. No le gustan a Benítez, y se nota, esos espacios muertos entre la media y la defensa, esa zona que fue el Macondo criminal y trágico del Madrid el año pasado. Están todos más juntos y el 4-4-2 entonces se antoja una renegociación entre Modelo y técnico: concederé dos, y el resto, como varas de futbolín.

Y la idea es buena. Un paso más hacia la normalidad. Mejor que el 4-2-3-1. Benítez tiene que acabar con el concepto «mediapunta», como quiso Benito Floro. Con la «filosofía mediapunta» en un equipo de mediapuntas. A menudo es una excusa para el ni fu ni fa y para el escaqueo.

En ese dibujo con dos versos sueltos, la libertad de Bale podría tener sentido. Un patadón suyo, sin contexto ni cocción, supuso el 2-0.

Los alemanes en la grada, inmóviles, perfectamente peinados, no dijeron ni mú, en espera de su Bayern y del Pep.

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