Cristiano busca la cuarta Bota de Oro

Domina el Balón y la Bota de Oro desde hace dos años por estas explosiones de acierto. Cristiano sumaba tres partidos sin marcar, frente al Atlético, el Celta y el Almería, y parecía extraño. La razón de esta ausencia de gol era su cambio de posición en el esquema del Real Madrid. Chicharito es un delantero centro puro y el portugués explota más su faceta de creador de jugadas cuando hay un «nueve» clásico en el sistema. Ronaldo había dado tres asistencias decisivas en los tres encuentros. En Sevilla recuperó su esencia rematadora. El mexicano se abrió más a las bandas para que el luso sacara su artillería. Dos remates desde cerca, de punta nato, y un cabezazo de inteligencia, bombeado, le colocaron de nuevo al frente de la clasificación de goleadores de la Liga, con 42, dos más que su enemigo eterno en la lucha por todos los trofeos, Leo Messi.

El mejor futbolista del mundo apareció cuando más hacía falta. Otra cuestión es que Ramos complicara con un penalti tonto un partido que Ronaldo había rematado. El número uno del planeta jugó bien por el centro y por las bandas, como ariete y como asistente. Penetró por la izquierda y lanzó dos pases letales que nadie cazó. Chicharito no le entendió en uno de ellos.

Mientras la afición sevillista radical del antiguo fondo de los Biris le dedicaba cánticos ofensivos acordándose de su madre, Cristiano continuó tocando bien los balones, buscando paredes y abriendo huecos. La Liga denunciará el martes ese insulto tan primitivo como habitual.

Su primera diana de la noche la celebró con Fabio Coentrao. Acudió al banquillo a abrazarle. La segunda la festejó con todo el equipo, convocándoles en un córner.

La reaparición de Bale en lugar de Chicharito significó que Ronaldo volviera a su misión tradicional. Y a los tres minutos de pisar el césped, el galés le envió un pase al segundo palo que el número «siete» cabeceó con arte. Su tercera diana suscitó el estallido del banquillo madridista, que salió a jalear a su líder. Ancelotti fue a felicitarle. «Nunca había tenido un delantero de cincuenta goles por temporada; si no consigue ninguno más le aplaudiré igual», decía el entrenador el miércoles. Fue el acicate para «la estrella». Asi le definió anoche el italiano. Tres goles de golpe, su triplete 25 en Liga. El título se decidirá a espasmos de oro de Messi y Ronaldo.