Los pequeños artistas actuan en el Teatro Real, ayer por la mañana
Los pequeños artistas actuan en el Teatro Real, ayer por la mañana - FOTOS: JAVIER DEL REAL

Voces y bailes contra la adversidad, en el Teatro Real

Niños con capacidades diferentes o en riesgo de exclusión social emocionaron ayer al público con el estreno de la cantata infantil «Somos naturaleza»

MADRID Actualizado: Guardar
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Con los nervios a flor de piel, cuesta imaginar la serenidad con la que un grupo de jóvenes grabó ayer su impronta en el imponente escenario del Teatro Real. Niños -en su gran mayoría- con capacidades diferentes o en riesgo de exclusión social; artistas, como Elena, quien a sus 17 años, tiene claro que el síndrome de Down que padece es el menor de los obstáculos a la hora de cumplir su cometido. «La música es mi vida. Cuando bailo me siento libre», explicaba, con la emoción en la cara de sentirse una estrella.

Una más en medio de la constelación que, ante un público entregado, alumbró el estreno de la cantata infantil «Somos naturaleza» (desarrollada por el Aula Social del coliseo y Acción Social por la Música).

Al calor de la reconocida pianista Rosa Torres-Pardo (Gea), las interpretaciones de Clara Muñiz (Luna) y Beatriz Oleaga (Songhi) y el buen hacer de la orquesta dirigida por Nuria Fernández, 170 menudos protagonistas asombraron con cantes y bailes cargados de simbolismo.

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«Compartimos el mismo sol, respiramos el mismo viento, sin agua nos marchitamos, La Tierra es nuestro alimento», entonaron al unísono, con la sincronización evidente de duros meses de trabajo. «Decidí escribir una historia para concienciar a los niños de que nuestro planeta no es infinito», señalaba Eva Guillamón, libretista y directora escénica de la obra. En coordinación con la compositora Sonia Mejías, ambas mujeres tardaron dos años en dar vida a un trabajo que no pudo arrancar de mejor manera.

«Ha sido realmente emocionante», «me han entrado ganas incluso de llorar», replicaban algunas voces al término de la función. Sin tiempo aún para abrazar a sus padres, Susana y María, de 18 y 16 años respectivamente, ya tenían decidido el futuro que les espera por delante: «Desde pequeñas nos encanta actuar», expresaban, conscientes de la proeza conseguida. «Son niños que les cuesta mucho todo lo relacionado con la psicomotricidad y el movimiento corporal, pero, con mucho esfuerzo, lo han conseguido», incidía la coreógrafa Marina Ayán.

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Héctor, por su parte, confirmaba lo barruntado antes del comienzo. «Hemos trabajado mucho y el resultado ha sido espectacular», relataba, tras ser parte del elenco de 18 danzantes. Representando a la madre naturaleza, voces como la del pequeño Saúl, con autismo, o las de David Esteban o Denisa, en situación de riesgo de exclusión, conformaron un triunfo coral contra la adversidad. Esa misma adversidad que, en días como ayer, no es más que la meta de un sueño que 170 artistas lograron hacer realidad.

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