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El presunto autor de la muerte violenta de sus dos hijas, a su llegada a los juzgados de Caldas - efe

Máxima alerta en prisión para garantizar la seguridad del parricida de Moraña

Ante las amenazas directas de los presos, David O.R permanece custodiado en la enfermería del penal pontevedrés de A Lama

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El ingreso en prisión del parricida de Moraña, acusado de asesinar a sus dos hijas de 4 y 9 años con una sierra radial, ha activado todas las alertas en el penal pontevedrés de A Lama. Según fuentes consultadas por ABC, las amenazas explícitas de los presos comunes de la prisión obligaron a los funcionarios a activar todos los protocolos de seguridad para evitar un posible linchamiento. De ahí que hayan previsto que David O. R. permanezca en la enfermería de la cárcel (uno de los espacios con menor exposición al resto de reclusos) el tiempo máximo permitido. Además, desde ayer pesa sobre el presunto parricida un plan antisuicidios pensado no tanto para evitar que se autolesione, sino para garantizar que esté acompañado en todo momento por la figura del denominado «preso de confianza» y bloquear así situaciones de peligro.

En este sentido, fuentes cercanas a la investigación confirman que el comportamiento del acusado tras la muerte de sus dos hijas fue en todo momento de máxima frialdad, incluso cuando los agentes descubrieron los cadáveres de las menores. Sobre los detalles del violento crimen —que permanece bajo secreto de sumario— el fiscal del caso aseguró que existen agravantes a los dos delitos de asesinato que se le achacan a este asesor inmobiliario de 40 años y amante de los perros. Las características del caso, cuyas víctimas son dos menores de 16 años en situación de vulnerabilidad, abren la puerta a que el presunto filicida de Moraña sea el primer acusado en enfrentarse a la prisión permanente revisable que recoge la reforma del Código Penal, que entró en vigor el pasado 1 de julio. De ser condenado, el presunto parricida encararía una condena revisable tras el cumplimiento de los primeros 25 ó 35 años de la pena.

La madre pide «tranquilidad»

Por el momento, David O. R. ha mantenido el mutismo en relación al macabro suceso del pasado viernes y al posible móvil del crimen. El acusado se negó en todo momento a contestar a las preguntas de los agentes que irrumpieron en la vivienda donde se cometió el parricidio y tampoco respondió a las de la juez encargada del caso tras su paso a disposición judicial.

Después de su ingreso el prisión, en los juzgados de Caldas arrancó ayer la ronda de declaraciones de los testigos del caso con tres testimonios que se prolongaron durante buena parte de la jornada y cuyas identidades no trascendieron por el secreto en las actuaciones. Sus declaraciones coincidieron con las primeras palabras de la madre de las fallecidas que, a través de la alcaldesa de la localidad, pidió «tranquilidad» y mostró su confianza en la Justicia.

La tensión y el nerviosismo al que la madre de las víctimas se refirió desembocaron este lunes en el descubrimiento de unas pintadas en la inmobiliaria que el acusado regentaba junto a su hermana en el municipio de Caldas. En el local, cerrado desde el día del crimen, apareció escrita la palabra «asesino» en letras rojas, una reacción que el alcalde imputó a la «rabia» y la «indignación» que el pueblo está viviendo.

Aún consternados por la noticia de la pérdida de las dos hermanas, los vecinos recuerdan que el padre de las pequeñas y su novio acudieron con ellas a las fiestas del patrón de la localidad el fin de semana anterior al trágico suceso. Algunos de ellos —los más próximos al domicilio donde David O. R. vivía con su nueva pareja— reconocieron que el mismo día del crimen vieron a este individuo paseando con las menores en compañía de su perro. Al filo de las 11 de la mañana, padre e hijas regresaron a la casa y la música atronó en la calle, algo habitual desde el divorcio de su exmujer que había generado numerosos problemas y discusiones con unos vecinos con los que la relación era prácticamente nula.

Un crimen premeditado

Pese a que las circunstancias del violento asesinato se desconocen, sí parece seguro que el supuesto autor de la muerte de las dos niñas telefoneó a la madre minutos antes de consumar el crimen. Sobre este extremo, desde la investigación apuntan a ABC que hay indicios para pensar los asesinatos habían sido planeados. También parece confirmarse la sierra radial —que algunas fuentes apuntan que el padre adquirió unos días antes en una ferretería cercana— como arma del crimen.

El goteo de datos sobre la personalidad del presunto parricida desveló, asimismo, un episodio protagonizado por David O. R. contra una médico del centro de salud que debía firmarle su baja laboral. La agresión, que derivó en una denuncia por parte de la facultativa, está pendiente de juicio.

El carácter «soberbio y extraño» del encarcelado, sobre el que no pesaban denuncias por violencia de género, tampoco agradaba a la familia de su exmujer, que se distanció de ella el tiempo que duró su relación y retomó los lazos después del divorcio.

Las dos pequeñas, muy conocidas en la localidad de Moraña, fueron incineradas este fin de semana en la más absoluta intimidad y sin velatorio. Sus nombres quedaron plasmados, tras la dolorosa despedida, en una alfombra floral a las puertas de la iglesia parroquial del municipio con la que los vecinos de Moraña quisieron homenajearlas. Ayer, las concentraciones en repulsa del doble asesinato se encadenaron por toda la geografía gallega, que de manera unánime exigió justicia ante «un suceso que marcó un antes y un después».

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