Daniel Matoses, con un ejemplar de ABC, en la azotea del sindicato
Daniel Matoses, con un ejemplar de ABC, en la azotea del sindicato - rober solsona
entrevista a daniel matoses, presidente del csif en la comunidad valenciana

«Si otros sindicatos hubieran negociado no se habrían cerrado tantas empresas públicas»

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Con el triple de afiliación que hace 25 años (actualmente cuenta 17.000 personas), CSIF es el sindicato más representativo en la función pública. Su presidente autonómico desde 1995, Daniel Matoses, repasa con ABC los logros más destacados, como la importante presencia con la que cuenta en la empresa privada.

—¿Qué diferencia a CSIF de otros sindicatos?

—Ha tenido una importancia determinante en la propia evolución de la Comunidad Valenciana. Nuestro discurso de siempre es el que ahora han pretendido copiar el resto de sindicatos. Ninguno ha conseguido más que CSIF para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, estando a la vanguardia de las reivindicaciones dentro del ordenamiento jurídico y actuando con sensatez para que la negociación fuera un instrumento que de verdad sirviera para avanzar.

Además ha estado alejado de planteamientos políticos y las acciones han obedecido al interés de los trabajadores sin ningún otro condicionante.

—¿La Administración les considera el sindicato con el que más fácil es negociar?

—Es fácil porque nunca nos cerramos, pero no es tan sencillo acordar. Tenemos que constatar que lo que se plantea en ese proceso de verdad es beneficioso. Por ejemplo, en el caso de RTVV, desde el primer momento estuvimos abiertos a la negociación. Otros la negaron hasta que vieron que se cerraba su empresa y entonces es cuando quisieron adoptar nuestra actitud. Si el planteamiento del resto de sindicatos hubiera sido el mismo que el nuestro, seguramente esa empresa y otras públicas de la Comunidad Valenciana no hubieran desaparecido.

—¿Qué logros han marcado los últimos 25 años del sindicato?

—Destacaría la carrera profesional para todos los trabajadores de la Sanidad y para el personal de la Administración del Consell o el Estatuto Básico del Empleo Público a nivel estatal. El problema de este último es que no lo han desarrollado por los continuos cambios en el Gobierno.

—¿Siempre ha faltado interés político en estas cuestiones?

—Cuando los políticos están en la oposición son encantadores, pero cuando llegan al Gobierno quieren una Administración domesticada y desregulada para montar tenderetes que no estén sometidos a los principios constitucionales de igualdad, capacidad y mérito. Todo esto supone una desmotivación de los empleados.

—¿Qué ha caracterizado a la Administración durante este tiempo?

—Suscribir acuerdos y no cumplir prácticamente ninguno. La interlocución no es fiable ni ofrece garantías. Por ejemplo, el último acuerdo que suscribimos con el Gobierno valenciano sobre la paga extra del personal de Justicia no se cumplió y hemos tenido que acudir a los tribunales. En el caso de la Administración local sí que se suelen respetar más, pero no en la autonómica y la central.

—¿Eso cambiaría con un nuevo Gobierno en la Comunidad?

—Los partidos que quieren alcanzar el poder de entrada nos dirán que sí. En el caso del PSOE, que ya lo ha tenido, no tiene un currículum muy fiable. A los demás tenemos que otorgarles el beneficio de la duda, pero desgraciadamente pensamos que aquellos que acceden a la dirección de la gestión de lo público, sobre todo si no son profesionales de la Administración, ven las cosas de diferente forma al llegar al gobierno.

—¿Qué papel tienen que jugar los sindicatos ahora respecto a 1990?

—Desde ese año y hasta hace pocos, vivimos en la Comunidad una época de crecimiento y gran evolución que cambia a partir de 2008. En la primera etapa, nuestra misión era consolidar el empleo de calidad e indefinido y que las buenas condiciones del sector privado se hicieran extensibles al público, cosa que no se produjo. A partir de 2010, comienza la debacle con los primeros recortes de Zapatero y las bajadas de sueldos a los empleados públicos por primera vez en la historia. Ya con el PP la reforma de las pensiones, dos reformas laborales y, por lo tanto, una merma de derechos laborales. Desde entonces nuestra función ha sido intentar recuperar lo que se tenía antes en la medida de lo posible y, lógicamente, conservar puestos de trabajo. Lo mismo que intentamos con el decreto Vela, que conllevó recortes muy importantes.

—La imagen de estos colectivos no pasa por su mejor momento.

—Creo que se debe sobre todo a los sindicatos de clase por la falta de credibilidad debido a sus actuaciones, como en el Andalucía, los escándalos de las tarjetas black o su presencia en los consejos de CAM y Bancaja. Aun así creo que la gente sigue confiando en nosotros.

—¿Cómo ve el futuro?

—Con mucho optimismo, porque partimos de nada y hemos conseguido ser la tercera pata del sindicalismo valenciano. Espero que seamos la primera, porque nuestro discurso siempre ha sido moderno y nuestro ánimo ha sido construir y no destruir. Todo ello pasa indudablemente porque los sindicatos, las patronales y todas las organizaciones que no tengan un fin social acreditado no reciban ni un euro público mientras dure esta situación de necesidad.

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