Wang Qishan, el «Señor Lobo» de China

Premiado por liquidar a los rivales de Xi Jinping al dirigir su campaña anticorrupción, este veterano político con experiencia financiera se convierte en su vicepresidente

El nuevo vicepresidente chino, Wang Qishan REUTERS
Pablo M. Díez

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Al igual que aquel legendario «Señor Lobo» de «Pulp Fiction», el nuevo vicepresidente de China, Wang Qishan , es un «liquidador» que soluciona problemas. No es de extrañar, pues, que el presidente Xi Jinping lo haya escogido como su mano derecha tras reformar la Constitución para perpetuarse en el poder y ser reelegido para su segundo mandato por absolutamente todos los diputados de la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento orgánico del régimen.

A poco de cumplir los 70 años en julio, que hasta ahora era la edad a la que se jubilaban los dirigentes chinos, Wang Qishan tuvo que renunciar en octubre a su puesto en el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista, máximo órgano de poder en este país. Pero Xi Jinping lo ha recuperado como su lugarteniente tras abolir el límite constitucional de dos mandatos de cinco años para el presidente y el vicepresidente. Sin ningún cargo oficial hasta este último nombramiento, durante estos días se le ha visto en el estrado de la Asamblea Nacional junto a los «siete magníficos» del todopoderoso Comité Permanente del Politburó, ejerciendo visiblemente relajado de «número ocho» del régimen mientras los demás diputados se afanaban en tomar notas durante los discursos.

El motivo estaba claro: Wang tiene toda la confianza de Xi por haberle ayudado a eliminar a sus rivales internos gracias a la campaña contra la corrupción que este puso en marcha al tomar el poder en 2012. Al frente de la Comisión Central para la Inspección de la Disciplina hasta su retirada en octubre, Wang Qishan ha purgado a más de un millón y medio de cuadros del Partido Comunista. Entre ellos destacan varios altos cargos enfrentados a Xi Jinping, como el anterior responsable de la Seguridad del Estado, Zhou Yongkang; el carismático dirigente Bo Xilai, cuya esposa fue cumple condena por envenenar al socio británico que les ayudaba a sacar su «dinero negro» de China, los principales generales del Ejército y el antiguo número dos del expresidente Hu Jintao, Ling Jihua.

Ya como vicepresidente, Wang Qishan es el favorito para dirigir la nueva Comisión Nacional de Supervisión, que ampliará la lucha contra la corrupción al incluir no solo a los cuadros del Partido, sino también a los funcionarios del Gobierno y a todo aquel que cobre un sueldo público. Con capacidad para detener durante seis meses a los sospechosos sin necesidad de avisar a los tribunales , este nuevo «superministerio» despierta todos los recelos ante posibles abusos de poder.

Al parecer, Xi Jinping y Wang Qishan se conocen desde jóvenes, cuando ambos coincidieron en la provincia de Shaanxi tras ser enviados a trabajar al campo durante la «Revolución Cultural» (1966-76). Wang, cinco años mayor que el presidente, volvió a verse con él en la década de los 80 y 90, cuando se especializó en gestión financiera mientras Xi ascendía en el Partido.

Casado con una hija de Yao Yilin, viceprimer ministro implicado en la masacre de Tiananmen en 1989 , Wang Qishan llegó a dirigir a mediados de los 90 el Banco de la Construcción de China y ayudó a fundar la primera entidad financiera de inversión estatal. Gracias a su experiencia en este sector y como vicegobernador de la industrial provincia de Cantón (Guangdong), ayudó al régimen a capear la crisis financiera de 1997, que golpeó duramente a Hong Kong tras su devolución a China y a otros países asiáticos.

Su fama para «solucionar problemas» le llevó también a ser nombrado alcalde de Pekín durante la epidemia del SARS en 2003, cuando optó por una política más transparente para calmar a la población y acabar con el pánico que había desatado este mortal virus respiratorio. Tras superar con éxito aquella prueba, Wang dirigió el comité que consiguió los Juegos Olímpicos para Pekín en 2008.

En 2007 entró en el Politburó del Partido y, como experto financiero, fue nombrado viceprimer ministro al año siguiente, encargándose de las siempre difíciles relaciones comerciales con Estados Unidos . Capaz de desenvolverse perfectamente en inglés, de aquella época es famosa su foto en el Despacho Oval con Obama, quien le está enseñando a encestar una pelota de baloncesto en la imagen.

Como mano derecha de Xi Jinping, con su experiencia financiera podría desplazar aún más al primer ministro Li Keqiang, quien en teoría se encarga de los asuntos económicos pero ha sido eclipsado por el personalismo del presidente. De «naturaleza decidida y curiosa» y con un « perverso sentido del humor », como lo definió el entonces secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, Wang Qishan es un político eficaz al que le gustan los desafíos. Sin hijos que requieran su atención, uno de esos retos será precisamente eternizarse en la vicepresidencia junto a Xi Jinping.

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