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Vladímir Putin y Donald Trump - REUTERS

Cargan contra Trump por su reunión «secreta» con Putin

La confirmación oficial del encuentro llegó poco después de que Ian Bremmer, un experto en geopolítica y presidente del Grupo Eurasia, informara en una entrevista televisiva de esa segunda conversación en persona entre los dos mandatarios

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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La ortodoxia no va con Donald Trump. El imprevisible presidente de EE.UU. Unidos sigue marcando su estilo, que no atiende a normas ni costumbres. Ni siquiera cuando el propio futuro de su mandato está en juego. Lejos de amilanarse ante la gravedad de la investigación oficial sobre su posible connivencia con Rusia para ganar la elección, Trump echó más leña al fuego durante la pasada cumbre del G-20 de la que había trascendido. Una segunda charla con Putin, sin compañía de asesor ni cargo estadounidense alguno, y con el traductor del Kremlin como único testigo, mantuvo a ambos presidentes cara a cara durante casi una hora. Nada se sabe de la conversación, motivo ayer de una lluvia de críticas por la posición de ventaja que, según coinciden republicanos y demócratas, el presidente estadounidense se empeña en otorgar a Putin.

Algunos hacían memoria ayer y concluían que la mañana siguiente a este segundo encuentro, Trump se descolgó con la idea de «una colaboración cibernética conjunta entre Rusia y Estados Unidos». Idea que escandalizó a los mismos congresistas que investigan la intervención rusa en la elección estadounidense y que quedó sepultada por peregrina.

La cena de los líderes del G-20 en Hamburgo fue el peculiar escenario. Como marca la tradición, la noche del 7 de julio reunió para cenar a políticos y acompañantes, cada uno de los cuales pudo explayarse con sus dos vecinos de mesa. Tras los postres, Trump rompió la norma y fue a sentarse junto a Putin, que había departido hasta entonces con la Primera Dama, Melania, sentada junto a él. Fue cuando Trump y Putin iniciaron la larga charla. El profesional del Kremlin iba traduciendo la conversación, de la que nada se sabe. Había gente presente, pero, a diferencia de la que había tenido lugar horas antes, con luz y taquígrafos y con un nutrido número de asesores y cargos de Gobierno en torno a ambos presidentes, no tuvo anuncio previo ni reporte a los periodistas. Según las informaciones publicadas, el largo cara a cara entre los presidentes norteamericano y ruso fue muy comentado por el resto de los principales líderes mundiales, que mantienen su perplejidad por tan estrecha relación, mientras el estadounidense es más reacio a colaborar con las organizaciones internacionales.

La Casa Blanca defendió ayer una conversación «perfectamente normal, sobre asuntos livianos, igual la que mantuvieron el resto de líderes». Y tildó las críticas de «falsas, maliciosas y absurdas». En su cuenta de Twitter, Trump fue más allá y tachó de «enfermos» los comentarios, argumentando que «la prensa sabía que iba a tener lugar la cena», que constaba en la agenda oficial del presidente. Los defensores de Trump citaban también ayer a Ronald Reagan, que en otra cumbre similar en los años 80, mantuvo un largo encuentro a solas con Mijail Gorbachov. Los detractores respondían que el entonces presidente de Estados Unidos y su equipo de confianza no estaban investigados por posible connivencia con el Kremlin durante el proceso electoral.

Después del encuentro formal previo, Trump aseguró que había preguntado a Putin, de forma «insistente y fuerte», si había intervenido para condicionar la elección, a lo que «me respondió con vehemencia que no, que el Gobierno ruso no había tenido nada que ver». La aparente ingenuidad del presidente estadounidense contrastaba con el informe oficial de los principales servicios de inteligencia de su país, que concluyeron hace meses que «la intervención rusa para intentar condicionar el resultado electoral era clara e inequívoca». Como volvió a reflejar durante la cumbre, hasta el momento, Trump se ha mostrado más proclive a creer a Putin que a hacer suyo el resultado de esa investigación: «Nadie sabe con seguridad quién fue».

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