El candidato republicano a la presidencia de estados Unidos, Donald Trump
El candidato republicano a la presidencia de estados Unidos, Donald Trump - REUTERS

Trump se mimetiza con el Brexit para derrotar a Clinton

El magnate estadounidense confía en que el mensaje antiglobalizador le lleve a la Casa Blanca

CORRESPONSAL EN WASHINGTON Actualizado: Guardar
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Como un aldabonazo en el proceso electoral, la victoria del Brexit ha terminado con la autocomplacencia de expertos y analistas, que por primera vez coinciden en que Donald Trump puede alcanzar la Casa Blanca. James Hohmann, en «The Washington Post», cree que el referéndum británico «ha demostrado que puede ganar». «The New York Times» publicaba ayer su primer editorial de advertencia de que no es fuego simulado: «Las ansiedades americanas, en el espejo de Gran Bretaña». El influyente digital «Politico» procuraba un equilibrio entre los paralelismos y las diferencias, pero admitía que la crecida del río populista también hace estragos en Estados Unidos. El intuitivo millonario, a quien ya nadie toma por tonto, se apresuró a subirse a la ola del «enfado popular» británico

en su nuevo campo de golf en Escocia. Sus mensajes siempre han sido coincidentes con los tres antis de la campaña del Leave (abandonar la UE): antiinmigración, antiglobalización y antiestablishment. Ahora le toca sacar réditos de su triunfo al otro lado del Atlántico.

La extendida creencia de que el neófito Donald J. Trump se estrenaba en la política con los simples impulsos incontrolados de un megalómano se ha venido abajo. El magnate sabía y sabe lo que hace. Otra cosa es que alcance el objetivo. La victoria en las urnas británicas del movimiento nacional-proteccionista y su excluyente propuesta resumida en el «Take Your Country Back» (Recuperar o volver a tu país) parecería tener su origen en el mismo

«Reino Unido ha recuperado el control, América espera hacer lo mismo»
Donald Trump

equipo de campaña que ideó el «Make America Great Again» (Volver a hacer grande América), con el que Trump rebaña adeptos en esa amplia capa de votantes de clase media y baja, blancos, que creen que sus empleos, su calidad de vida y su país les han sido arrebatados por siete años de mandato de Obama. Cuando trascendió que el asesino de la diputada británica Jo Cox había gritado en su maldita acometida las palabras «Britain First» (Gran Bretaña primero), muchos observadores volvieron la vista al «America First» (América primero) que emplea el controvertido showman como segundo eslogan, en su intento de alcanzar la Casa Blanca. La misma proclama que sirvió en los años 30 a Charles Lindbergh, el histórico aviador estadounidense, para rechazar a los inmigrantes y defender la causa nazi.

Los señuelos

Pocos mítines habrá más productivos que el que Trump protagonizó en las islas horas después de vencer el Brexit. Tiburón de los negocios, oliendo sangre, explicó: «Básicamente, han recuperado su país y sus fronteras. Han declarado su independencia de la Unión Europea y retomado el control de su política. América espera hacer lo mismo». Puro nacionalismo, capaz de culpar al exterior de todos los males hasta la exclusión, y plantear la construcción de un muro con México y la deportación de los 11 millones de ilegales. Puro proteccionismo, que arremete contra otros países o contra cualquier alianza internacional, con el mensaje de que «quita los empleos a los nuestros»: China y Japón y el Nafta (acuerdo comercial con México). O de que «le cuesta mucho dinero a los americanos» (la OTAN). Y puro mensaje antiestablishment, sea de Bruselas o de Washington, con el atractivo señuelo de que «el pueblo arrebate el Gobierno a las élites».

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