Nicola Sturgeon, en un discurso en Edimburgo
Nicola Sturgeon, en un discurso en Edimburgo - REUTERS

Sturgeon vuelve a amenazar con la independencia si se consuma el Brexit

May promete en Irlanda del Norte que no habrá frontera interna con la república irlandesa

LONDRES Actualizado: Guardar
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Aunque los votantes al final no les hicieron mucho caso, los ex primeros ministros John Major y Tony Blair, zorros plateados de la política británica, advirtieron en la campaña que un triunfo del Brexit exacerbaría el separatismo y amenazaría la unidad del país. Cuando solo ha pasado un mes de la votación, su vaticinio comienza a cumplirse. La nacionalista Nicola Sturgeon, la primera ministra de Escocia, volvió a amenazar ayer con un segundo referéndum de independencia si los escoceses se ven arrastrados a dejar la UE. En paralelo, Theresa May viajó a Belfast para ofrecer garantías de que tras la salida de Europa no se levantará una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.

El problema radica en que mientras que el conjunto del Reino Unido votó a favor del Brexit (52%-48%), en Escocia ganó por gran ventaja la permanencia (62%-38%) y también lo hizo en Irlanda del Norte, con un 56% de apoyo.

Los nacionalistas escoceses alegan que es injusto que tengan que dejar la UE a rebufo de los ingleses.

La unidad del país preocupa enormemente a May, que se refirió a ella en su discurso de llegada al Número 10. Su primera medida en el poder fue un simbólico viaje a Edimburgo para verse con Sturgeon. Imperó la cordialidad, pero solo unos días después, la mandataria escocesa afirmó que un segundo referéndum “es altamente probable”. May lo rechaza, pues recuerda que todavía no se han cumplido ni dos años del anterior, donde los separatistas fueron derrotados claramente.

Confusión

Pero Sturgeon volvió ayer a la carga, con un duro discurso en Edimburgo. De entrada, arremetió contra Cameron. Lo llamó “temerario” y lo acusó de “la más vergonzante abdicación de responsabilidad de la política moderna”. Luego enumeró las causas por las que desea seguir en la UE y planteó a May una especie de ultimátum: “Podemos buscar un modo en que Escocia tenga una voz distintiva que le permita defender sus intereses dentro de la UE, o podemos considerar de nuevo la opción de la independencia”. Los representantes escoceses del Partido Conservador lo ven claro: “Los nacionalistas nunca llegan a una conclusión que no sea que quieren otro referéndum separatista”.

Por su parte May acudió a Belfast para intentar aportar tranquilidad. Allí el Sinn Féin también protesta contra el Brexit: “La gente de aquí, unionistas, nacionalistas y republicanos, quieren ver su futuro en Europa”, advirtió Martin McGuinnes, el vicepresidente republicano. Aunque la presidenta norirlandesa, la unionista Arlene Foster, fue más contemporizadora y recordó que debe respetarse el voto del conjunto de los británicos.

May prometió que no levantará una frontera cuando se culmine la salida de la UE, y esgrimió que ya había libre circulación cuando ninguno de los dos países formaban parte del Mercado Común. Por supuesto repitió su mantra de cada día: “Brexit es Brexit y vamos a convertirlo en un éxito”. Pero Sturgeon le respondió con un reproche que cada vez se escucha más: “Eso no es más que un eslogan que enmascara la falta total de una dirección clara de a dónde quieren ir”.

Algo de eso hay. Un mes después el Gobierno no sabe ni cuándo aplicará el ya celebérrimo artículo 50 que inicia la salida.

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