Imagen tomada por un dron de la aldea de Saleta, perteneciente a Amatrice
Imagen tomada por un dron de la aldea de Saleta, perteneciente a Amatrice - REUTERS

La Saletta, símbolo de la destrucción: una aldea con 12 personas, las víctimas del terremoto son 22

Balance provisional: 278 muertos. Voces desde el infierno: Se hacen públicas las llamadas de urgencia tras el terremoto

CORRESPONSAL EN ROMA Actualizado: Guardar
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Mientras la tierra sigue temblando en las regiones del Lazio y las Marcas, continúa la penosa tarea del recuento de víctimas: 281 muertos y 387 heridos.Es un balance provisional. El alcalde de Amatrice, el pueblo más afectado, ha dicho esta tarde que los desaparecidos son todavía unos 15. En las Marcas ya no se buscan desaparecidos, ni tampoco en un lugar que se ha convertido en icono de la destrucción más feroz que ha ocasionado este terremoto: se llama la Saletta, una especie de aldea (en Italia se les llama fracción), como otras 69 pertenecientes a la jurisdicción de Amatrice, que se extienden aisladamente por la montaña.

«Algo tan terrible no lo he visto en mi vida, solo una vez en el terremoto de L’Aquila», afirma un bombero cuando el terrible recuento de los muertos ha concluido: Saletta tiene habitualmente una docena de personas, pero las víctimas del terremoto son 22.

Casi todos vivían en Roma, pero habían vuelto para la feria de la Saletta, que se celebró el día 13: La Virgen y San Silvestre. Es la fiesta grande de la aldea: Misa en la pequeña iglesia en la cima de la aldea y después se come y se bebe todos juntos.

«Este año estábamos todos, como nunca. Más de cien personas, gente que había partido de aquí hace ya muchos años», susurra con tristeza Elisabetta, quien considera que se salvó «por un milagro», junto a su marido y dos hijos. Habían llegado también su hermana y su cuñado desde Darwin (Australia), y «habían comenzado a hablar de la idea de volver aquí para siempre», afirma Elisabetta, mientras una pala mecánica se abre paso entre los escombros y tumba incluso un cerezo: «Mi padre lo plantó cuando yo nací, en 1962», concluye con resignación.

La Saletta se ha convertido en símbolo de destrucción y conmueve especialmente porque encierra historias de quienes se han salvado de milagro y de gentes que estaban allí, de vuelta a sus raíces tras años de ausencia, para celebrar la feria. Pero otro tanto ha ocurrido en los pueblos destruidos. Muchas personas, entre ellas muchos niños, han encontrado la muerte en sus vacaciones. Gentes que vuelven a los pueblos de sus padres quizás solamente una vez al año, para encontrarse con los abuelos, los tíos y los primos. Hay pocos habitantes durante el invierno, pero se llenan en verano. Por ejemplo, en Pescara del Tronto solo hay cien almas en los meses de invierno, pero los números se multiplican en agosto y hasta las casas deshabitadas se alquilan. Se trabaja en la ciudad durante todo el año y se regresa al pueblo de los padres, para unas cortas vacaciones, para los adultos y muy especialmente para los niños, muchos de los cuales son cuidados por los abuelos. Precisamente, en Pescara del Tronto una abuela salvó a dos nietos de 4 y 7 años, metiéndolos bajo la cama y haciéndoles de escudo. A otros, el terremoto destruyó también su sueños.

Voces desde el infierno

Entretanto, se han hecho públicas las llamadas que se hicieron al teléfono de emergencias, el «112», inmediatamente después de la tragedia. «¿Es el 112? ¡Aquí es el fin del mundo!». «Corred, corred, se ha derrumbado todo! ¡Aquí están todos muertos!». Estas son algunas de las dramáticas llamadas al «112», después de la primera sacudida del día 24, a las tres y media de la madrugada, que duró 140 interminables segundos. Son voces de personas que están viviendo un infierno, rotas por el llanto, palabras entrecortadas por la angustia y el pánico para pedir desesperadamente ayuda. La centra de emergencias

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