El revés electoral republicano complica el plan fiscal de Trump

Representantes y senadores norteamericanos discrepan sobre la forma de bajar los impuestos

El presidente de la Cámara baja, Paul Ryan, ayer en el Capitolio AFP Vídeo: Los demócratas ganan las primeras elecciones a gobernador de la era Trump

MANUEL ERICE

Si la tramitación en las dos cámaras de la reducción fiscal propuesta por Trump implicaba la gran complejidad de cuadrar los números, el revés electoral republicano del martes convierte el proceso en un rompecabezas. No va a ser sólo, que ya es, un problema matemático para que el déficit no se dispare. Los intereses políticos contrapuestos de congresistas del mismo partido en territorios donde los demócratas acaban de derrotar a los republicanos, Virginia y Nueva Jersey, suman tanta inquietud ante el reto electoral de 2018 como dificultad ante el nuevo embrollo legislativo. Mientras los senadores acordaban ayer la supresión de las deducciones estatales y locales, a cambio de acoger a más contribuyentes en la rebaja federal, los representantes conservadores mantienen en su proyecto la intención opuesta. La pugna es sencilla de entender: los estados que acaban de votar cuentan con representantes republicanos en la Cámara, pero sus senadores son demócratas.

Consciente del nuevo enredo que divide a los republicanos, Trump se apresuraba desde Asia a hacer un guiño a los demócratas, a quienes puede necesitar para sacar adelante su plan. El presidente aseguró que el borrador que presentaron ayer los senadores republicanos «va a gustar más a los demócratas». No en vano, como en todos los proyectos legislativos, el Senado será decisivo. Pero la minoría legislativa, que ya votó en bloque negativamente en el primer trámite en la Cámara de Representantes, denuncia que el borrador del presidente «beneficia a los ricos». A ello hay que sumar que, según las normas internas del Congreso, el déficit no debe añadir más de 1,5 billones de dólares en los diez años de aplicación del plan. El cálculo alcanza hoy 1,7 billones.

Los efectos de la derrota electoral no son ajenos a los temores que atenazan a muchos legisladores republicanos, ante el desafío del «midterm» (medio mandato) , que renovará el próximo noviembre la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. En medio del pesimismo generado, el veterano estratega conservador Mike Murphy compara la severa derrota en el estado de Virginia con «el canto del canario en la mina de carbón, que siempre advierte de una explosión inminente». La aparente movilización del voto antiTrump y la lucha por el poder de los republicanos señalan al plan de reducción de impuestos como la gran tabla de salvación para la mayoría en el Congreso.

Las próximas semanas van a resultar cruciales. Los legisladores de la Cámara de Representantes dejaron ayer todo listo para que el pleno se pronuncie el jueves. En paralelo, el Senado trabaja en su propio proyecto para una posterior votación. Integrado en la ley presupuestaria, Trump y la dirección republicana han pactado su aprobación para diciembre, la única vía para poder llegar a tiempo de aplicar la reducción de impuestos en 2018. Pero los senadores propinaron ayer a Trump el primer frenazo, al proponer que la bajada del tipo impositivo para las empresas, del 35% al 20%, la joya de la corona del plan del presidente, no se aplique hasta el ejercicio siguiente. En plena incertidumbre, el presidente del Congreso, Paul Ryan , intentó despejar cualquier duda sobre el futuro del proyecto: «Créanme. El plan fiscal será aprobado».

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