Bruselas irrita a May con su plan para que el Ulster siga en la UE

Las negociaciones de la salida del Reino Unido de la UE empiezan a complicarse. La vitriólica reacción de la primera ministra británica, Theresa May, a la presentación del primer documento oficial europeo sobre el Brexit ilustra bien hasta qué punto va a ser difícil encontrar un acuerdo que evite una ruptura desordenada en abril de 2019. La cuestión de la frontera entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda ilustra bien la imposibilidad de definir la cuadratura del círculo de las aspiraciones de los partidarios del Brexit con las líneas rojas de los europeos.

«Desde el principio nos hemos preparado para cualquier eventualidad, lo peor no es la opción en la que estamos trabajando», dijo hoy el negociador europeo, Michel Barnier, cuando le preguntaron si excluía la posibilidad de que las negociaciones no lleguen a buen puerto y que el calendario se agote sin que se hayan establecido reglas para un divorcio amistoso.

El problema con Irlanda del Norte es que su futuro parte de una doble condicionalidad que es esencialmente contradictoria. Por un lado, se pretende que no se levante una frontera con el resto de Irlanda, tal como quedó establecido en los acuerdos de Viernes Santo, que pusieron fin a la larga era terrorista en este territorio. Y por otro, Londres insiste en que no quiere permanecer en el mercado único ni tener una unión aduanera con la UE . Negativa que obligaría a levantar una frontera con Irlanda y a instaurar una inspección de aduanas. En el documento aprobado ayer por la Comisión Europea se ha incluido un anexo dedicado a este problema, en el que se propone establecer una especie de unión aduanera entre las dos Irlandas, lo que de hecho supone una separación entre el Ulster y el resto del Reino Unido. Algo a lo que se niegan los unionistas del DUP, socios de los que depende la supervivencia del Gobierno de May.

«Ningún primer ministro podría aceptar esto», respondió May, al considerar que esa opción dividiría el mercado interior británico. «Se lo pienso decir claramente» al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, añadió. Barnier, sin embargo ha recordado que se trata solo de una de las tres opciones que aparecían en el acuerdo de diciembre y que sería la única que permitiría avanzar en el divorcio. En diciembre, los líderes aceptaron un documento muy vago que les permitió «constatar» que había suficientes avances en la negociación como para permitir que empezasen a definirse las relaciones comerciales futuras, que es lo que quería May para poder resistir los embates de los partidarios de cortar en seco. El tema de Irlanda se resolvió dejando abiertas tres opciones a cual más improbable : que el Reino Unido en su conjunto permanezca en el mercado único, que se encuentre una solución técnica -léase milagrosa- o que se recurra a esa fórmula de emergencia, consistente en que la provincia británica del Ulster mantenga una «alineación regulatoria» con Irlanda (y con toda la UE) para no tener que controlar las mercancías.

Los técnicos de la Comisión hablan de una «solución específica» que necesitaría de cierta «creatividad». En términos reales, ese «alineamiento regulatorio» (que incluye la competencia del Tribunal de Luxemburgo) se referiría solo a los productos alimenticios y a sanidad animal , que son los campos de una mayor proximidad en la vida normal de los ciudadanos, pero con los que habría divergencias con la legislación del resto del Reino Unido. La reacción de May hizo que aumentase la e xpectación ante el discurso que ha anunciado para este viernes y en el que piensa definir sus objetivos para la relación futura de la UE.