Rebeldes prorrusos custodian el control de Stanytsia Luhanska, en la región de Lugansk, mientras un hombre se dirige al territorio bajo control de Ucrania, la semana pasada
Rebeldes prorrusos custodian el control de Stanytsia Luhanska, en la región de Lugansk, mientras un hombre se dirige al territorio bajo control de Ucrania, la semana pasada - AFP

Putin cambia de táctica en el este de Ucrania para evitar un descalabro con Trump

Trump y Merkel hablarán sobre este conflicto en la reunión prevista el martes en Washington, según la Casa Blanca

Corresponsal en Moscú Actualizado: Guardar
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El conflicto en las regiones del este de Ucrania de Donetsk y Lugansk, que desató una ola de sanciones contra Rusia por su ayuda militar y económica a los separatistas, parece estar empezando a convertirse en un lastre insoportable, no sólo para Kiev, sino también para Moscú. El ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, le dijo el jueves en el Kremlin al presidente Vladímir Putin que debe dejar de alimentar la guerra en Donetsk y Lugansk, si aspira a una normalización de relaciones con la Unión Europea.

En cuanto a Estados Unidos, con cuyo presidente, Donald Trump, Putin abriga la esperanza de establecer una amistad duradera, no hay todavía una definición clara sobre cómo abordar el problema de Ucrania.

Esta cuestión, según la Casa Blanca, será tratada el martes en Washington por Trump y la canciller alemana, Angela Merkel. Esas fuentes próximas al presidente estadounidense aseguran que éste le pedirá consejo a Merkel sobre «cómo lidiar» con el jefe del Kremlin y su parecer sobre la situación en Ucrania.

Lo que sí es un hecho es que a Putin no parece interesarle ahora una escalada de la violencia en Donetsk y Lugansk, ya que probablemente frustraría la perspectiva de una acercamiento a Trump. Además, en menos de un año, se celebran elecciones presidenciales en Rusia, país que acogerá inmediatamente después el Mundial de Fútbol de 2018. Un agravamiento de la violencia en el país vecino podría no ser un buen contexto para los comicios e incluso arrebatar a Rusia el campeonato.

Por eso, durante sus conversaciones del jueves con Gabriel, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, llamó a acelerar la «hoja de ruta» que permita la aplicación de lo acordado en Minsk en febrero de 2015 para poner fin al enfrentamiento armado en el este de Ucrania.«El proceso se está retrasando», admitió Lavrov. Se estudia incluso la posibilidad de que al llamado Cuarteto de Normandía, formado por Alemania, Francia, Rusia y Ucrania, en cuyo seno nació el acuerdo de Minsk, se unan también Estados Unidos y el Reino Unido.

«Putin se da cuenta de que obligar a Kiev a ponerse de acuerdo con los bandidos de Donetsk y Lugansk no ha funcionado»
Andréi Piontkovski

El politólogo ruso Andréi Piontkovski cree que «Rusia está cambiando su táctica en el este de Ucrania», ya que, según su opinión, «se está dando cuenta de que los intentos de obligar a Kiev a ponerse de acuerdo con los bandidos de Donetsk y Lugansk no han funcionado». Piontkovski no descarta que Putin recurra al expresidente de Ucrania Víctor Yanukóvich y le asigne un papel en el nuevo plan o al ex primer ministro ucraniano Nikolái Azárov.

A finales del pasado mes de enero, las fuerzas prorrusas lanzaron un ataque masivo contra las posiciones del Ejército ucraniano en Avdéyevka, localidad situada a 15 kilómetros al norte de la ciudad de Donetsk. Aquella ofensiva puso de manifiesto que Moscú tiene dificultades para controlar a sus marionetas, a Alexánder Zajárchenko e Ígor Plotnitski, cabecillas respectivos de las autoproclamadas «repúblicas populares» de Donetsk y Lugansk.

La respuesta de las tropas ucranianas tras el bombardeo de Avdéyevka con cohetes «grad» causó preocupación en Moscú ante una posible escalada y Putin tuvo que enseñar los dientes a Kiev blandiendo la amenaza de reconocer como estados independientes a las dos provincias sublevadas. Lo hizo mediante un decreto ordenando el reconocimiento en Rusia de todos los documentos expedidos por los registros civiles de Donetsk y Lugansk, en primer lugar los pasaportes. Paralelamente, Moscú exigió contención a los rebeldes y promovió un enésimo alto el fuego que tampoco llegó a cuajar y que todavía hoy día sigue sin respetarse.

A la ya explosiva situación militar se unió la aparición de activistas ultranacionalistas ucranianos, que bloquearon las principales vías de transporte entre el este de Ucrania y el resto del país. Zajárchenko respondió rompiendo los lazos comerciales con Kiev, nacionalizando sus empresas en la región de Donetsk y poniéndolas bajo la dirección de «gestores externos», es decir rusos.

Sustituida por el rublo ruso

Esta medida ha supuesto que Rinat Ajmétov, el hombre más rico de Ucrania, pierda sus industrias en Donetsk, que, según los expertos, pasarán ahora a estar administradas por el empresario Serguéi Kurchenko, amigo íntimo de Alexánder Yanukóvich, hijo del antiguo jefe del Estado ucraniano. Al parecer, Kurchenko vive en Moscú. Según reconoció el dirigente separatista de Donetsk, la producción de la república «se orientará ahora a Rusia». Al mismo tiempo, en Lugansk ha dejado de circular la moneda ucraniana, la grivna, que ha sido sustituida por el rublo ruso.

En dos entrevistas distintas concedidas la semana pasada a medios rusos, Zajárchenko dijo que Donetsk nunca volverá a pertenecer a Ucrania, lo que contraviene de forma flagrante los acuerdos de Minsk. Y, por si no fuera suficiente, soltó la bravuconada de que «dentro de 60 días, Ucrania dejará de existir como Estado».

Precisamente ahora, la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) acaba de empezar a escuchar las alegaciones de las partes en relación con la denuncia presentada por Ucrania contra Rusia por «apoyo al terrorismo», por armar, enviar hombres y financiar a los insurgentes de Donetsk y Lugansk.

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