La polémica de Duterte viaja a bordo de un helicóptero

El mandatario filipino ha tenido que salir al paso de las informaciones que aseguraban lanzó a una persona desde el aire

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En esta delgada línea entre mito y realidad donde la presidencia de Rodrigo Duterte parece sentirse cómoda, el mandatario filipino vuelve a dejar una nueva polémica a golpe de verbo. En las últimas horas, Duterte ha tenido que salir al paso de las informaciones que aseguraban lanzó a una persona desde un helicóptero ( como así reconoció, presuntamente, el propio mandatario en un discurso a comienzos de semana).

En una nueva entrevista, el mandatario responsabilizó de la repercusión del incidente a la «imaginación de Tulfo» (en referencia al apellido de un periodista).

El martes, durante una visita a afectados por el tifón Nock-Ten, Duterte destacó: «Si eres corrupto, te traeré usando un helicóptero a (la capital) Manila y te arrojaré fuera (…) Hice hecho esto antes.

¿Por qué no podría hacerlo de nuevo?». El portavoz del mandatario, Ernesto Abella, sin embargo, calificó la historia de «leyenda urbana».

Ya a mediados de mes, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pedía a Filipinas que investigara a Duterte, tras asegurar éste que participó de forma directa en la muerte de tres personas cuando era alcalde de Davao.

«En Davao solía hacerlo personalmente. Tan solo para mostrar a los chicos (oficiales de Policía) que si yo podía, ¿por qué no vosotros?», reconocía Duterte hace solo unos días en referencia a su participación en muertes. Posteriormente confirmó en una entrevista su implicación en tres decesos durante una crisis con toma de rehenes.

«Las autoridades judiciales filipinas deben demostrar su compromiso al respeto del estado de derecho y su independencia con el Ejecutivo mediante el lanzamiento de una investigación», reconoció Zeid Ra'ad Al Hussein, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. «Las muertes descritas por el presidente Duterte también violan el derecho internacional», destacó Hussein. La reacción de Duterte no se hizo esperar. En su verborrea habitual, el líder filipino calificó de «idiota» al alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Antiguo alcalde de Davao, población de millón y medio de habitantes de la isla sureña de Mindanao, sobre Duterte pesan lazos con los grupos de vigilantes o patrullas urbanas que sumergieron a la ciudad en el terror.

En septiembre, Duterte ya fue acusado por un exsicario de encargar el asesinato de rivales políticos. «Nuestro trabajo era matar a criminales como vendedores de drogas, violadores o ladrones», reconocía Edgar Matobato, de 57 años y exmiembro de los «escuadrones de la muerte» en su declaración durante una comisión de investigación del Senado.

De igual modo, siempre según el testimonio del exsicario, al menos en una ocasión Duterte participó de forma directa en las ejecuciones. El incidente se remonta a 1993, cuando el grupo de vigilantes se enfrentó a un agente del departamento de Justicia durante una misión. «El alcalde Duterte fue quien acabó con él. Jamisola (el funcionario asesinado) todavía estaba vivo cuando (Duterte) llegó. Vació dos cargadores de subfusil uzi sobre él», aseveró Matobato, quien estima el número de muertos en más de 1.000 durante un período 25 años.

Entonces, en conferencia de prensa, Martin Andanar, portavoz del presidente, negaba las acusaciones: «No creo que (Duterte) sea capaz de dar esas órdenes», reconoció. Tres meses después, era el propio presidente filipino quien reconocía su participación directa en las muertes.

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