El líder populista holandés, Geert Wilders
El líder populista holandés, Geert Wilders

Los nuevos partidos quieren definir el panorama europeo

Aunque con los aires de la recuperación crece el apoyo a la UE, las fuerzas emergentes han venido para quedarse

Corresponsal en Bruselas Actualizado: Guardar
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Por primera vez en la historia de la V República en Francia ninguno de los dos grandes partidos políticos, ni los socialistas ni los republicanos, han pasado a la segunda vuelta de la elección presidencial. Es un indicador más que evidente de que las fuerzas políticas que han sido hegemónicas durante las últimas décadas están perdiendo apoyo en la sociedad europea, lo que en muchos países se traduce en la emergencia de nuevos partidos no siempre favorables a la que ha sido la corriente mayoritaria en Europa durante la segunda mitad del siglo pasado.

Las razones por las que se produce esta efervescencia de nuevos partidos políticos tienen que ver con los distintos aspectos de la crisis económica de la última década, la llegada masiva de inmigrantes y los temores que suscita la globalización, la alergia contra las élites del poder.

En cada caso hay elementos particulares, pero en general los nuevos partidos aparecen como un ingrediente inesperado en el panorama electoral y un elemento que no se puede ignorar a la hora de buscar mayorías estables.

Hay distintas teorías sobre la adscripción de esos partidos a la extrema derecha o la extrema izquierda, algunas vinculadas a la herencia geográfica. Según esta teoría, en el sur de Europa la tendencia es la expansión de los partidos políticos de extrema izquierda, debido a la memoria vinculada a las pasadas dictaduras. Y en los países del centro y norte de Europa serían partidos neofascistas o de extrema derecha, reclamando una reacción a la hegemonía de la izquierda socialdemócrata.

Distintas realidades

En realidad, la situación es muy compleja y es muy difícil extraer teorías que sirvan para generalizar la situación. La AfD alemana no tiene nada que ver con Fidesz, el partido político hegemónico en Hungría que defiende ideas patrióticas muy similares. Los Nuevos Finlandeses y el Partido Popular Danés son nacionalistas pero no quieren tener el menor contacto con el Frente Nacional francés que puede pactar con el PVV de Holanda, pero que no puede homologarse con el Partido de la Ley y la Justicia (PiS) de Polonia, que a su vez está muy lejos del Partido de la Libertad de Austria. Aún menos que ver con el griego Syriza, que está en el poder después de haber laminado al socialismo tradicional del PASOK pero que no acepta ninguna relación política con los italianos de «Cinco Estrellas» pero sí con los españoles de Podemos. Ponerlos a todos juntos en la misma clasificación sería un error, aunque todos tienen en común esta voluntad de cambiar la corriente política tradicional en Europa.

Si hay algo que tienen en común casi todos los partidos es su visión crítica al menos, cuando no destructiva, de la Unión Europea. Esto es lo que más preocupa a los dirigentes comunitarios, que han visto como estas nuevas fuerzas han invadido los escaños del hemiciclo de Estrasburgo y han logrado influir decisivamente desde allí en la vida política europea, como fue el caso del partido por la independencia del Reino Unido, (UKIP) que acabó precipitando el Brexit.

Y por ello ha sido tan relevante la última edición del eurobarómetro en la que se ha puesto de manifiesto que el apoyo de los ciudadanos al proyecto europeo ha recuperado niveles previos a la crisis. Hay quien piensa que el camino que han elegido los británicos ha servido precisamente para que el resto de los europeos valoren más las ventajas que aporta la existencia de la UE y su pertenencia a esta organización.

El presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, comentó que «los resultados del Eurobarómetro son, por primera vez desde el inicio de la crisis en 2007, muy esperanzadores» e indican que «los ciudadanos europeos esperan que la Unión responda con una única voz a sus miedos sobre la reciente inestabilidad internacional, que ha creado un mundo más incierto y peligroso», por lo que los líderes europeos deberían explicar a sus ciudadanos que «la Unión puede proteger y mejorar sus vidas».

A escala europea más del 57% de los entrevistados dijeron que prefieren ser miembros de la UE que estar fuera de ella, un porcentaje que representa casi un 5% más que el año pasado. Para los responsables europeos, la noticia ha sido un soplo de aire fresco después de una década en la que a pesar de las sucesivas ampliaciones en la UE, el apoyo ciudadano a las instituciones comunitarias no ha hecho sino disminuir, así como los índices de participación en las elecciones europeas. El brexit puede llegar a intervenir como una especia de vacuna frente a las teorías más alarmistas de los nuevos partidos, a medida que se revelen las dificultades que entraña la negociación.

Previsiones

En Francia, la emergencia inesperada de un nuevo partido social-liberal ha conseguido galvanizar la vida política y las elecciones presidenciales, con el ex ministro Emmanuel Macron al frente. Este movimiento, que aún no es un partido político y que carece de estructuras para afrontar unas elecciones legislativas, puede ser el centro de la política francesa, si hay una mayoría de votantes que se pronuncia por dar la leslada al Frente Nacional, que es el partido antisistema.

En Alemania AfD está pasando por sus crisis de crecimiento, pero se da por hecho que tendrá un papel relevante en las elecciones generales de septiembre, y que logrará pasar la barrera legal del 5% para entrar en el Bundestag. Solo con esta posibilidad de que un partido antisitema pueda acabar teniendo la lleve para formar el gobierno en el país más importante de Europa habría como para preocuparse.

Hasta ahora el peso de esas nuevas fuerzas ha sido desigual, pero en general siempre ha estado por debajo de los grandes temores. En el caso del UKIP británico, seguramente no se habría llegado al Brexit sin la ayuda inestimable del Partido Conservador.

Pero es un hecho que estos partidos existen y que quieren entrar en la arena política de cada país europeo. Los partidos de la corriente tradicional tienen mucho trabajo para reconstruirse después de esta crisis, la mas larga conocida en la historia reciente de Europa. Y aunque los datos de crecimiento económico indican que ya ha pasado lo peor, los nuevos partidos intentarán seguir creciendo.

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