África

Mnangagwa, el último coletazo de «El Cocodrilo»

Fiel servidor de Mugabe durante 40 años y desplazado hace días por la ambiciosa primera dama, el exvicepresidente de Zimbabue emerge como el nuevo hombre fuerte del país

El vicepresidente Mnangagwa, en un acto oficial el 1 de noviembre EFE
Alba Amorós

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Emmerson Dambudzo Mnangagwa fue el poderoso vicepresidente de Zimbabue hasta el 6 de noviembre, cuando fue despedido por el presidente Robert Mugabe . Veterano de la guerra de liberación del país en 1980, Mnangagwa, de 74 años, es un hombre de pocas palabras con fuertes vínculos militares. Se unió al ejército a una edad temprana y recibió entrenamiento militar en China y Egipto. Fue detenido y sentenciado a muerte en el 1965 pero al ser menor de 21 dicha condena no se cumplió. Pasó 10 años en prisión, donde conoció a Mugabe. Tras abandonar la prisión, se exilió en Zambia, donde estudió abogacía.

Se ganó su apodo de "El Cocodrilo” liderando un grupo de combatientes llamado la “Pandilla de los Cocodrilos” que luchaba, en los años 70 contra el gobierno de la minoría blanca de Rhodesia. Durante este periodo mantuvo el contacto con Mugabe y fue elegido asistente especial de éste en 1977, convirtiéndose en jefe de la división civil y militar de ZANU-PF.

Tras la independencia, Mnangagwa fue nombrado Ministro de Seguridad del Estado, cargo que ocupó hasta 1988 cuando fue nombrado Ministro de Justicia. En 2000 se convirtió en portavoz del Parlamento y después fue Ministro de Vivienda Rural y Servicios Sociales (2005-2009) y Ministro de Defensa (2009-2013). En diciembre de 2014 pasó a ser el vicepresidente de Zimbabue y principal candidato a suceder a Mugabe tras 40 años de fiel servicio a su lado. Sin embargo, las relaciones entre ambos se truncaron los últimos meses debido a la ambición de Grace Mugabe , quien se ofreció a suceder a su nonagenario marido. Tras quedar apartado en la carrera a la presidencia, Mnangagwa huyó a Sudáfrica y, según las últimas informaciones, regresó el 14 de noviembre para ser investido presidente interino.

A pesar de las acusaciones sobre su papel en las atrocidades realizadas en los años 70 y 80, parece ser la opción más firme para garantizar una transición estable y aplicar reformas económicas necesarias para sacar al país del declive.

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