El orfebre Juan Carlos Pallarols, con el bastón de mando presidencial en su taller en Buenos Aires
El orfebre Juan Carlos Pallarols, con el bastón de mando presidencial en su taller en Buenos Aires - EFE

Kirchner convierte en esperpento el traspaso de poderes a Macri en Argentina

La presidenta saliente se niega a celebrar la ceremonia de entrega del bastón de mando en la Casa Rosada

Corresponsal en Buenos Aires Actualizado: Guardar
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El esperpento se ha hecho dueño de los últimos días de gobierno de Cristina Fernández. La presidenta no parece asimilar la victoria de Mauricio Macri ni entender que el poder no le pertenece más. Su despedida este y, de rebote, los actos de investidura del presidente electo, se han convertido en un escándalo de proporciones nacionales e internacionales. Testigo, o víctima colateral, de este espectáculo que ha provocado la modificación del programa oficial, es el Rey Juan Juan Carlos que, con el cuerpo diplomático y las cerca de 40 delegaciones extranjeras que están en camino, no ha conocido hasta última hora el «cronograma» (horario) definitivo.

En algo parecido a un ataque de furia, la viuda de Kirchner se niega a celebrar la emblemática ceremonia de entrega del bastón de mando y banda presidencial en la Casa Rosada.

Cristina, como la conocen sus leales, trató de fundirla con la jura del cargo -que se celebra en el Congreso-, en contra del Reglamento, la tradición y la voluntad de Mauricio Macri. El presidente electo le recordó quien manda a partir de ese momento y exigió que se cumpliera lo que dispone el reglamento de Protocolo de Presidencia. Ella se remite a la Constitución, que no menciona el traspaso de los «atributos del poder». Sin acuerdo, el equipo de Macri tomó a contrarreloj las riendas y facilitó a las delegaciones, de dentro y fuera de Argentina, el nuevo programa. En éste se cita, después de la investidura en el Congreso, a la una y media de la tarde en la Casa Rosada para la entrega del bastón y la imposición de la banda.

El resumen, o la secuencia de hechos, se produce mientras Federico Pinedo, presidente provisional del Senado, trata de convencer, en un último intento, al Gobierno que expira para que Cristina Fernández no pase a la historia como la única presidenta de Argentina que no le entregó el bastón y la banda a su sucesor, un gesto que, sin duda, formará parte de los renglones torcidos de su polémica gestión. Lo que está ahora en discusión es si Cristina Fernández dará su brazo a torcer y acudirá a la Casa Rosada o dejará que el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, ocupe su lugar.

Los invitados, en medio de la disputa

La tensión por un lado y el desconcierto de estos días por otro colocaron en medio de la disputa a los invitados del exterior, cuyas delegaciones, finalmente, adoptaron como interlocutor válido al equipo del presidente electo. En simultáneo, el Gobierno, por móvil, convocó a un grupo de embajadores designados, incluido el de la Unión Europea, el español Ignacio Salafranca, para que presentaran cartas credenciales en Cancillería. La cita, según fuentes afectadas, vino del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, excandidato a la gobernación de Buenos Aires y acusado por dos arrepentidos de formar parte de una red de narcotráfico. Salafranca, entre otros, no acudió a la convocatoria organizada, en palabras de un diplomático, «entre gallos y medianoche». El expresidente del gobierno José María Aznar, que mantuvo un encuentro privado con Macri, se convirtió en testigo casual de unos acontecimientos que, una vez más, dejan maltrecha a Cristina Fernández de Kirchner y provocan rubor a los argentinos.

En este contexto, como una mujer despechada, CFK -siglas por las que también se la conoce- publicó un texto en su página web donde acusó, para sorpresa del país, al presidente electo de gritarle en el teléfono, organizó una manifestación de sus militantes a las puertas del Congreso para reventarle la investidura a Macri y se desahogó en Twitter como si fuera una víctima de género por su sucesor. Esto, sin contar el furor compulsivo por nombrar embajadores (16 en las últimas semanas), designar nuevos cargos (28 páginas del BOE el viernes) y dejar al orfebre, Juan Carlos Pallarols, en una situación tan incómoda que el hombre hasta piensa en dejar a la Virgen de Luján el dichoso bastón si este asunto no se resuelve de una vez por todas.

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