Erdogan apela al orgullo de los turcos al inaugurar el tercer puente que conecta Europa y Asia

Con sus diez carriles, la megaestractura tiene el objetivo de reducir el tráfico y la contaminación de Estambul

Garipçe (Estambul) Actualizado: Guardar
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Los vehículos se amontonan a unos cinco kilómetros del puente. Coches, autobuses y motocicletas aprovechan hasta el más mínimo espacio para poder avanzar unos centímetros. Los turcos que ya se han cansado de esperar sentados, caminan con problemas entre el caos y el humo negro de los tubos de escape.

Todos intentan llegar a la inauguración del puente Sultán Selim Yavuz (el Severo), el último megaproyecto de Turquía, que conecta por tercera vez las partes asiática y europea de Estambul sobre el estrecho del Bósforo. Situado ya a pocos metros del mar Negro, el nuevo puente tiene como objetivo reducir el tráfico infernal que sufren los cerca de 15 millones de estambulitas cada día. Suspenso, pues, para su primer día en funcionamiento.

La infraestructura ha tenido un coste de más de 3.000 millones de dólares. Y esta no es más que un ejemplo del programa de megaconstrucciones que el Gobierno del islamista AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) puso en marcha hace tres años con un presupuesto de 200.000 millones.

El Sultán Selim Yavuz es el puente de suspensión más alto del mundo. Su torre central tiene más altura que la mismísima Torre Eiffel parisina. Además, posee una longitud de 1,4 kilómetros y una anchura de 59 metros. Su superficie da cabida a ocho carriles para vehículos, así como a dos líneas ferroviarias de alta velocidad.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha presentado el proyecto como una muestra de orgullo del pueblo turco, y miles de sus seguidores más fieles no se han querido perder «el día histórico». Una vez más, las banderas turcas con el rostro de Erdogan han sido las protagonistas de una concentración masiva. Los vendedores ambulantes aprovechaban, con diferente suerte, cualquier recodo del camino para plantar sobre una improvisada mesa su merchandising erdoganista. «Yo solo he vendido una bandera. Por ahora».

Las autoridades turcas prepararon una solemne ceremonia de inauguración a la que acudieron representantes internacionales. Entre ellos se encontraban, entre otros, el rey de Bahrein, Hamad bin Isa al-Khalifa, el presidente de Macedonia, Gjorge Ivanov, y el primer ministro de Bulgaria, Boyko Borisov.

Familias enteras se acercaron hasta el recinto habilitado para el acto. Muchas, en cambio, preferían extender la manta en los claros del bosque aledaño y tomarse un aperitivo escuchando los discursos de los máximos mandatarios del país, como el primer ministro Binali Yildirim y, por supuesto, Erdogan.

Vista del puente Sultán Selim Yavuz la noche del 25 de agosto
Vista del puente Sultán Selim Yavuz la noche del 25 de agosto - AFP

La construcción se ha completado en 27 meses, nueve antes de los planeados inicialmente. Según el ministro de Transportes, Ahmet Arslan, con este proyecto se reducirá también la contaminación de Estambul al aliviar la crónica congestión de los vehículos que circulan por la ciudad. Desde el Sultán Selim Yavuz, los rascacielos de Estambul se dibujan en el horizonte, muy lejos de las colinas verdes que rodean la zona. Algunos ambientalistas temen que, a partir de ahora, los cerca de 135.000 vehículos que, se calcula, cruzaran el puente cada día acaben también destruyendo este paisaje natural.

El Sultán Selim Yavuz es el tercer puente sobre el Bósforo y, al igual que sus hermanos, el nombre con el que ha sido bautizado viene cargado de simbolismo.

En 1973 se inauguró el primero, entonces, simplemente, el Puente del Bósforo. Pero el Gobierno turco recientemente ha cambiado su nombre a Puente de los Mártires del 15 de julio, en honor a las 240 personas que perdieron la vida a manos de los golpistas que fracasaron en su levantamiento militar hace poco más de un mes.

Para la segunda conexión entre Asia y Europa, terminada en 1988, se decidió el nombre de Sultán Mehmet Fatih (el Conquistador), el líder otomano que asedió y tomó la vieja Constantinopla bizantina en 1453.

Y este último puente también lleva el nombre de otro sultán conquistador. Selim I el Severo acabó con el Sultanato Mameluco de Egipto y consiguió hacerse dueño de la Meca y Medina, las ciudades más sagradas del Islam. Una de las batallas más importantes en las que participó fue la de Marj Dābiq, en la que derrotó a los mamelucos al norte de la actual ciudad siria de Alepo el 24 de agosto de 1516. Exactamente 500 años después, el 24 de agosto de 2016, el Gobierno turco lanzó la operación «Escudo del Éufrates», en la que cruzó la frontera siria para tomar la población de Yarábulus, en manos de Daesh.

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