Nigel Farage, lider del UKIP AFP

Los defensores del «Brexit» recurren a la demagogia del nacionalismo

Los euroescépticos aseguran que los huevos de Pascua serán más baratos, los gays tendrán más derechos y habrá menos baches

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Faltan 83 días para el referéndum sobre la UE. Los mensajes se vuelven más rotundos, muchas veces incluso demagógicos. «Vote Leave», la plataforma a favor del Brexit, que tiene como estandartes a los tories Michael Gove, ministro de Justicia, y Boris Johnson, alcalde de Londres, dispara con todo lo que encuentra. Como un ejemplo más del aluvión de males que achacan a Europa, acaban de publicar una controvertida lista de criminales comunitarios que residen en el Reino Unido, entre ellos catorce asesinos y un letón que violó a una niña de catorce años.

La advertencia es sencilla: la libre circulación de ciudadanos europeos facilita la llegada de delincuentes a Gran Bretaña. El mismo argumento que de modo todavía más controvertido expresó Nigel Farage, el líder del partido eurófobbo UKIP, justo tras los atentados de París: «La libertad de movimiento en la UE es también para los kalashnikov».

Las autoridades policiales y de los servicios de espionaje discrepan. Aseguran que formar parte de los Veintiocho ayuda a combatir el terrorismo y recuerdan que las órdenes de detención europeas han permitido deportar al Reino Unido a 7.000 delincuentes, entre ellos uno de los autores de los atentados de julio de 2005 en Londres.

Nacionalismo

Los pasquines de «Vote Leave» optan a veces por apelaciones sentimentales de tono nacionalista. Un globo con la Unión Jack sobrevuela un bucólico paisaje de campiña y la leyenda dice: «Dejad que el 23 de junio sea el día de la independencia». Ese es el argumento estelar del Brexit: el Reino Unido ha perdido soberanía en favor de Bruselas y debe volver a ser dueño de su destino.

La propaganda anti-UE también recurre a las comparaciones. En la parte de arriba de otro pasquín se ve la foto de una carretera llena de baches; debajo, la imagen de un puente sobre el mar de último diseño. «Hay 35 millones de baches en el Reino Unido, pero tu dinero se gasta en puentes como este en Grecia», reza la leyenda. El folleto asegura que «el Gobierno envía cada semana 350 millones de libras de nuestro dinero a Bruselas, 20.000 millones al año». Las cifras son inexactas. Según reconoce la propia «Vote Leave» en su web, el Reino Unido aporta 15.000 millones de libras al año a la UE. Pero además recibe de ella 4.500 millones, con lo que su contribución neta es de 10.500 millones. Poniendo los números en perspectiva, la polémica contribución a la máquina comunitaria equivale solo al 7% del presupuesto británico en Sanidad.

imagen

La patronal (CBI) calcula que el Brexit costaría un millón de empleos hasta 2020 y un 5% de PIB. Los euroescépticos desdeñan esas cifras. Proclaman que con el portazo a Europa cada británico tendría mil libras más en el bolsillo cada año. También argumentan que podrían seguir comerciando con la UE mediante acuerdos de libre intercambio como los de Noruega y Suiza, omitiendo el dato de que noruegos y suizos han tenido que aceptar la detestada libre circulación de ciudadanos.

El futuro de la City

La campaña del Brexit es elusiva en el asunto económico clave, el futuro de la City de Londres como sede financiera global, que peligraría. La manera en que se soslaya el problema de la City contrasta con la atención por asuntos nimios, a veces con promesas estrafalarias. Esta Semana Santa, «Vote Leave» ha llegado a decir que tras el Brexit los típicos huevos de Pascua de chocolate serían más baratos, al evitar «las tasas punitivas de Bruselas» y negociando directamente con los países productores de cacao. «Si votas salir, la próxima Semana Santa será más dulce».

Boris Johnson, que hasta ahora arrastraba cierta fama de homófobo, ha buscado el voto gay para el Brexit advirtiendo de que los derechos de homosexuales y transexuales están amenazados en la UE por las políticas de países como Polonia, Hungría y Rumanía. En el artículo donde fijó su posición ante el referéndum, invocaba también como argumentos para salir menudencias como que la normativa comunitaria impide reciclar bolsitas de té o que prohíbe a los menores de ocho años inflar globos.

Gove, el ministro de Justicia, acusa a la UE de fomentar la aparición de partidos de extrema derecha, «adoradores de Hitler, que están creciendo como nunca antes desde 1930».

Los pilares de la campaña del Brexit son claros: el Reino Unido debe recuperar el control de sus fronteras, la única manera de cortar el flujo de inmigrantes; y Bruselas no puede dictar las leyes que rigen la vida de los británicos, la soberanía ha de volver al Parlamento nacional. Pero sobre todo impera una apelación al sentimiento de orgullo nacional, teóricamente pisoteado por una UE construida a la medida de Alemania y del euro.

Ver los comentarios