Un policía paquistaní vigila en Peshawar (Pakistán) durante la oración en la calle
Un policía paquistaní vigila en Peshawar (Pakistán) durante la oración en la calle - AFP

Daesh responde a la pérdida de terreno en el califato con atentados en Pakistán e Irak

El movimiento islamista globaliza su amenaza tras retroceder en territorio

JERUSALÉN Actualizado: Guardar
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El califato pierde terreno cada día en Irak y Siria, pero el grupo yihadista Daesh globaliza su amenaza con atentados como los realizados a lo largo de la semana en Irak y Pakistán, en los que han asesinado a cientos de personas. Los objetivos más claros de los yihadistas han sido chiíes, secta minoritaria del islam, y una orden sufí, corriente musulmana con una interpretación mística de la fe, un ejemplo más de su intento por imponer con sangre su visión ultraortodoxa del islam. Pakistán vive su segunda jornada de luto tras el ataque que el jueves realizó un suicida de Daesh en el mausoleo sufí más importante del país en el que fallecieron al menos 88 personas, entre ellas 20 niños.

Tras el atentado contra el templo del poeta y filósofo Lal Shahbaz Qalandar, situado en la provincia sureña de Sindh y que fue el sexto que sufre el país en una semana, el jefe del Ejército, Javed Bajwa, juró venganza y escribió en las redes sociales que “cada gota de sangre de la nación será vengada inmediatamente".

Estas palabras se tradujeron en una operación militar a nivel nacional en la que “han sido eliminados más de cien terroristas”, según anunció la oficina de comunicación del Ejército, y se cerraron también los dos principales pasos fronterizos con Afganistán, país al que el Gobierno de Islamabad acusa de albergar a Daesh. Desde la oficina del primer ministro, Nawaz Sharif, apuntaron directamente al grupo Jamaat-ur-Ahrar (JuA), una facción paquistaní de los talibanes vinculada a los seguidores del califa. El presidente afgano, Ashraf Gani, condenó el atentado y se defendió de las acusaciones del país vecino a través de un comunicado en el que aseguró que “siempre hemos probado nuestra honestidad en la lucha contra el terrorismo y esperamos que otros países prueben la suya en la lucha contra los insurgentes".

Desde que el Ejército paquistaní lanzara en 2014 su última gran operación contra la insurgencia en las zonas tribales, los talibanes locales se han dividido entre una serie de grupos que decidieron cruzar la frontera y buscar cobijo en las montañas afganas, y otros que mantienen un pacto de no agresión con Islamabad, pero que a su vez son vistos como una amenaza por afganos e indios. Esto hace que cada vez que hay un atentado en alguno de estos países comiencen las acusaciones entre gobiernos. Las fuerzas afganas, con apoyo de Estados Unidos, mantienen sus operaciones contra los talibanes y Daesh y ayer 18 soldados murieron en una operación ejecutada por los seguidores del califa en la provincia de Nangarhar.

Coches bomba en Bagdad

Junto a Pakistán, Irak también vive una semana marcada por el terror del EI, que ha efectuado tres atentados con coche bomba en Bagdad. El jueves fue el ataque más sangriento y dejó al menos 48 muertos en un barrio chií del sur de la capital. A la espera del último asalto por parte de las fuerzas iraquíes y de la alianza que lidera Estados Unidos, los yihadistas defienden la orilla oeste del río Tigris en Mosul, la última parte que les queda de lo que ha sido su capital durante dos años, y muestran a los iraquíes que siguen manteniendo su capacidad de golpear en el corazón del país. La Misión de la ONU en Irak (UNAMI) informó en su último informe que el número de civiles muertos en actos de terrorismo y violencia durante 2016 ascendió a 6.492.

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