Imagen de algunos de los 12.000 soldados que participaron en el desfile de Ejército chino
Imagen de algunos de los 12.000 soldados que participaron en el desfile de Ejército chino - REUTERS

China celebra con un gran desfile el 90 aniversario de su Ejército

El presidente Xi Jinping pasa revista a 12.000 soldados, 600 vehículos militares y cien aviones en la base de Zhurihe, en Mongolia Interior

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
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Helicópteros formando el número 90 en el cielo, 12.000 soldados desfilando, 600 vehículos militares como tanques y lanzaderas de misiles nucleares y más de cien aviones, desde bombarderos hasta cazas invisibles al radar. Con un gran desfile, China ha conmemorado este domingo el 90 aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación. Nacido el 1 de agosto de 1927 como una guerrilla del Partido Comunista para derrocar al Gobierno del Kuomintang, hoy son las mayores fuerzas armadas del mundo con 2,3 millones de soldados.

Por primera vez, el autoritario régimen de Pekín ha celebrado una gran parada militar para festejar este efeméride, lo que vuelve a demostrar el gusto del presidente Xi Jinping por los uniformes. Por norma, los dirigentes chinos tenían hasta ahora el honor de presidir un gran desfile del Ejército al conmemorarse cada década de la fundación de la República Popular.

Como sus mandatos suelen ser de diez años, eso les limitaba las opciones a una sola parada para lucir músculo militar. Pero el presidente Xi Jinping, que aspira a convertirse en un nuevo Mao de China, se sacó de la manga en 2015 un gigantesco desfile en Pekín para conmemorar el 70 aniversario del fin de la invasión nipona tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Justo un mes de pasar también revista a las tropas de Hong Kong con motivo del 20 aniversario de su devolución a China, ha vuelto a hacer lo mismo con esta inédita parada que, seguramente, se institucionalizará en cada efeméride redonda del Ejército. Y todavía le queda el gran desfile que tendrá lugar en 2019 para marcar los 70 años de vida de la República Popular China.

Quizás para no abusar, esta parada militar no ha tenido lugar en Pekín, como se había especulado en los meses anteriores, sino en la base de Zhurihe, a unos 400 kilómetros de la capital en la región de Mongolia Interior. Ataviado con un uniforme de camuflaje, Xi Jinping ha inspeccionado las tropas a bordo de un jeep y les ha conminado a «servir al pueblo» y a «seguir al Partido». «Hoy estamos más cerca que en cualquier otro momento de la Historia de conseguir el objetivo del gran rejuvenecimiento de la nación china, y necesitamos más que nunca construir un Ejército popular fuerte», ha asegurado en su alocución, emitida en directo por la televisión estatal.

Mostrando su fuerza

Xi Jinping, que es también el jefe supremo de las fuerzas armadas al presidir la Comisión Militar Central, luce así su fuerza a pocos meses del trascendental Congreso del Partido Comunista que se celebrará en otoño. Dicho cónclave, que tiene lugar cada cinco años, marca el ecuador de su mandato y renovará buena parte de la cúpula del régimen. Pero, en los últimos tiempos, se ha extendido la idea de que Xi podría perpetuarse en el poder más allá de los diez años que le corresponden. Su fuerte carácter, idealizado por la propaganda estatal, y la eliminación de sus rivales dentro del Partido hacen pensar a muchos analistas políticos que prolongará su cargo como secretario general más allá de 2022, reteniendo así la presidencia de China.

A la espera de ver lo que ocurre en el Congreso de otoño, Xi Jinping sigue forjando el culto a la personalidad en China con desfiles como este y con su cada vez mayor presencia internacional. Además, aprovecha la ocasión para mostrar músculo militar ante las disputas territoriales con sus vecinos, sobre todo en el Mar del Sur de China y en el conflicto fronterizo con la India, que se ha recrudecido durante las últimas semanas. Y, por último, mantiene contento al Ejército, que es el auténtico sostén del régimen.

Dividido en siete regiones militares y una veintena de distritos, el Ejército Popular de Liberación cimentó su reputación gracias a la táctica de guerrillas que Mao Zedong empleó contra la ocupación japonesa (1931-45) y durante la contienda civil contra el Kuomintang (1945-49). Como muchos de sus oficiales fueron purgados durante la «Revolución Cultural» (1966-76), el Ejército respaldó el proceso de apertura y reforma emprendido a finales de los 70 por Deng Xiaoping tras la muerte del «Gran Timonel». A cambio de apoyarle y de aplastar a sangre y fuego las protestas democráticas de Tiananmen en 1989, sus generales se benefician hoy de los multimillonarios negocios que controlan tanto el Ejército como el Partido.

Modernización

Al amparo de su extraordinario crecimiento económico, y haciendo gala de su nueva condición como superpotencia, el régimen de Pekín ha modernizado sus fuerzas armadas durante los últimos años. Oficialmente, su presupuesto asciende a un billón de yuanes (126.000 millones de euros), pero los expertos sospechan que el régimen dedica una cantidad mucho mayor a sus fuerzas armadas. Aun así, los gastos militares de China siguen estando por debajo de los del Pentágono.

Dotado con armas nucleares, el Ejército Popular de Liberación ha incorporado recientes avances tecnológicos como el caza J-20 invisible al radar, sus submarinos atómicos y su segundo portaaviones, botado en abril.

Además de la temida destreza de sus «hackers» (piratas informáticos) en la «guerra cibernética», China ha potenciado su carrera espacial no sólo lanzando varios astronautas al cosmos, sino también probando en 2007 su capacidad para destruir satélites en órbita. Cumpliendo con sus nuevas obligaciones internacionales, Pekín también participa activamente en misiones de paz de la ONU y en patrullas marítimas contra la piratería. Aunque el régimen chino insiste en su «ascenso pacífico», sus vecinos contemplan cada vez con más preocupación el auge de este Ejército de superpotencia que, al cumplir 90 años, entra en su edad dorada.

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