Las bandas callejeras convierten a Londres en la capital del crimen

En lo que va de año, la capital británica supera en número de asesinatos a Nueva York

La policía de Londres detiene a miembros de una banda POLICÍA METROPOLITANA

IVÁN ALONSO

La preocupación se ha apoderado de las calles de la capital británica por la oleada de violencia y de asesinatos que muchos consideran ya una «epidemia» y que está causando pánico y escándalo entre los ciudadanos londinenses, que ven cómo las estadísticas sitúan ya el nivel de peligrosidad de su ciudad por encima de la de Nueva York.

La alerta saltaba la semana pasada cuando los medios publicaban que Londres superaba en tasa de asesinatos la de la ciudad estadounidense en los tres primeros meses del año. Una información que subrayaba este «marzo negro», el peor en 10 años, con 22 muertos en la metrópoli, lo que pone en 55 el número de asesinatos en Londres en lo que va de 2018 (frente a 54 en Nueva York). Cifra que presagia que no será difícil que este año se superen los 116 asesinatos de 2017. Una cifra por debajo de la que tuvo Nueva York, que alcanzó los 292, pero muy por encima de la de otras capitales europeas y en especial de la española: en Madrid, a fecha de septiembre de 2017, se calculaba en 13 el número de homicidios.

En Londres, a diferencia de lo que sucede en la ciudad estadounidense, el problema no son las armas de fuego, sino los cuchillos. En más del 65% de los casos, las víctimas han sido apuñaladas. Una cifra que no se veía desde 2011. En los últimos dos años se han producido en Londres, a diario, entre 8 y 15 incidentes con armas blancas, según la Policía Metropolitana.

Ante estos datos, las preguntas no han dejado de sucederse en los últimos días: ¿Por qué este repentino incremento de la violencia? ¿Cuál es la solución? ¿Está la policía superada por la situación? Preguntas formuladas mientras no cesan los homicidios (seis en los últimos siete días).

Droga y marginación

Sin una respuesta clara a estas interrogantes, todas las miradas apuntan a un incremento, por toda la ciudad, de distintas bandas callejeras que controlan el tráfico de drogas y que reclutan cada día a más jóvenes y adolescentes marginados socialmente o con dificultades económicas.

Un quebradero de cabeza más para la Policía londinense, ya que hace años el foco de este problema se solía centrar en los barrios del este (el barrio de Hackney es comparado a menudo con el Harlem de Nueva York), más peligrosos que otras zonas de la capital. Ahora, aunque muchos de estos homicidios se producen allí, el problema se ha extendido y resulta más difícil de atajar.

La proliferación de este tipo de bandas y su facilidad para reclutar a través de las redes sociales, como denunciaba la comisaria jefe de Scotland Yard, Cressida Dick, parece ser el principal factor del aumento de la violencia en Londres.

La propia Dick ha tenido que salir al paso ya en varias ocasiones a lo largo de estos días para negar que la policía esté superada por esta oleada de crímenes, como muchos creen. Entre ellos, un exoficial y alto cargo de Scotland Yard, Victor Olisa, que advierte de que «los recortes presupuestarios están obligando a retirar a agentes de las calles y, por tanto, a perder la capacidad de mantenerse informados de estas bandas y sus integrantes».

Sin embargo, desde los cuerpos policiales aseguran que no hay motivo para la alarma , que «comparar las tasas de homicidios por periodos de menos de un año es una tontería» y que el Reino Unido, dentro de Europa, tiene unos índices de criminalidad mejores que Francia o los países nórdicos.

Más agentes en las calles

Los recortes en la policía no han impedido que Dick anunciara la semana pasada que «se desplegarán otros 300 agentes extra por las calles de la capital este fin de semana para ayudar a mantener la calma».

Las críticas ante este incremento de la violencia han arreciado desde la oposición . El diputado laborista por la circunscripción de Tottenham, donde se produjeron dos asesinatos en los últimos días, David Lammy, acusó al Gobierno de «abdicar de sus responsabilidades» y a la policía de «no abordar el problema del crimen organizado».

Con el fin de frenar la violencia, Scotland Yard ha anunciado medidas a lo «Al Capone ». «Tendremos una mayor presencia en los puntos conflictivos y concentraremos el esfuerzo allí, incluyendo la búsqueda y el registro liderados por los servicios de inteligencia policiales y el uso de especialistas en tácticas encubiertas», explicó Dick.

Básicamente, lo que se pretende es copiar el llamado estilo «Bratton». Una táctica que utilizó el jefe de la policía de Nueva York, William Bratton, en los años 90 cuando hubo una gran escalada de violencia en la capital estadounidense , en la que se llegó a alcanzar los 2.000 asesinatos al año. Bratton introdujo una política policial de «tolerancia cero» que se centró en detenciones rápidas por delitos menores. Y se guió por la «teoría de las ventanas rotas», que parte de la sencilla idea de que los síntomas visibles del declive del vecindario, la ventana rota o el desorden civil, actúan como señales para alentar más delitos, asesinatos y disturbios.

Algunos expertos y exagentes no comparten las tácticas de Bratton. Entre ellos el vicepresidente de la Federación de Policía, Che Donald, que señala que «los oficiales necesitan ayuda de otras organizaciones para evitar que el Reino Unido se convierta en un «estado policial». Y pide que Scotland Yard se fije en las medidas empleadas por Escocia hace unos años ante un problema similar. Entre ellas, la de considerar la violencia callejera como un « problema de salud pública» y la de poner a cientos de agentes a colaborar con maestros, trabajadores sociales y de salud para recopilar y compartir conocimientos sobre las personas involucradas en las pandillas.

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