Arseni Pávlov, alias Motorola, en julio de 2014
Arseni Pávlov, alias Motorola, en julio de 2014 - AP

El asesinato de un cabecilla de los sublevados prorrusos en el este de Ucrania podría provocar una escalada de violencia

En mayo del año pasado murió también en un atentado el jefe militar más relevante de la vecina Lugansk, Alexéi Mozgovói. Analistas ucranianos creen que estas muertes podrían tratarse de ajustes de cuentas

CORRESPONSAL EN MOSCÚ Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El domingo por la noche pereció reventado, junto a su guardaespaldas, por una bomba colocada en el ascensor de su vivienda, Arseni Pávlov, alias Motorola, uno de los jefes militares de la milicia separatista de la autoproclamada República Popular de Donetsk. Pelirrojo, menudo y con una perilla como la de los islamistas chechenos, era uno de los comandantes de las unidades prorrusas más carismáticos y sanguinarios.

Las autoridades ucranianas le vinculan con fusilamientos sumarísimos y torturas. Su muerte podría provocar una escalada de violencia con las tropas ucranianas e incitar a Rusia a intensificar su injerencia.

Los canales de televisión rusos estuvieron ayer todo el día abriendo los informativos con la muerte de Motorola. Pese a que, por el momento, no hay ninguna prueba sobre la autoría del atentado, los rebeldes y Moscú dan por hecho que detrás está Kiev.

Se basan en el contenido de un vídeo aparecido en Youtube de un grupo ultra ucraniano en el que cuatro individuos enmascarados y provistos de armas de fuego reivindican la acción en medio de parafernalia nazi y aseguran que los siguientes en morir serán los presidentes de Donetsk, Alexánder Zajárchenko, y de Lugansk, Ígor Plotnitski. Ambos ya ha sufrido intentos de asesinato y fueron incluso heridos.

«La bomba fue colocada encima de la cabina del ascensor (...) tenemos información de nuestra red de agentes sobre el envío de comandos para matar a líderes militares y políticos», aseguró el portavoz de los insurgentes, Eduard Basurin. Zajárchenko, visiblemente afectado, compareció ante la prensa para jurar venganza. Dijo que Pávlov, de 33 años, era un persona «muy próxima» de su entorno. Nació en Rusia y estaba al frente de un unidad llamada Esparta, involucrada en algunos de los choques más sonados contra el Ejército ucraniano, entre ellos la larga y letal batalla por el control del aeropuerto del ya destruido aeropuerto de Donetsk. Zajárchenko ha decretado tres días de luto en su memoria.

En mayo del año pasado murió también en un atentado el jefe militar más relevante de la vecina Lugansk, Alexéi Mozgovói. Analistas ucranianos creen que estas muertes podrían tratarse de ajustes de cuentas en la lucha por el poder de distintos grupos separatistas o incluso obra de los servicios secretos rusos contra cabecillas rebeldes fuera de control o simplemente para atizar el odio contra Kiev.

Consideran poco probable que el Ejército ucraniano o agentes de su inteligencia se aventuren a penetrar en una ciudad en guerra como Donetsk, con una vigilancia intensiva de la milicia, y penetrar hasta el domicilio de Pávlov para poner un artefacto explosivo en el ascensor. En cuanto a los neonazis que han reivindicado el atentado, parece más bien un intento de lograr notoriedad, ya que nadie les cree con el valor y la capacidad suficientes como para matar a alguien como Motorola.

Pese a que el año pasado se acordó en Minsk (Bielorrusia) una hoja de ruta para poner fin al conflicto, las discrepancias en relación con la celebración de elecciones y la devolución a Kiev del control de la frontera con Rusia impiden el cumplimiento de lo pactado. Los enfrentamientos armados se repiten de forma esporádica y el goteo de muertes no cesa. Lo sucedido ahora viene a complicar aún más la situación.

Ver los comentarios