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Cruce de insultos entre un taxista y Boris Johnson, el alcalde de Londres

El regidor iba en su bici cuando un conductor le recriminó su tolerancia con la aplicación Uber

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Boris Johnson, de 50 años, es el carismático y a veces estrafalario alcalde de Londres, puesto en el que está ya de salida, pues su próxima aspiración es competir en 2020 por el liderazgo del Partido Conservador. Boris, como le llaman sus conciudadanos, tiene la costumbre de desplazarse en su bici, incluso cuando acude al Número 10 de Downing Street, lo cual tiene ya algo de imagen de marca del que algunos llaman «la ambición rubia». El pasado viernes 5 de junio pedaleaba por St. John’s Street, al Norte de la City, cuando fue increpado desde su coche por un taxista, que le criticó que no proteja al gremio frente a la competencia de la aplicación informática Uber.

Ambos se fueron calentando y Johnson llegó a decirle: «¿Por qué no te joden y te mueres? Y no necesariamente por este orden». El diario amarillo «The Sun» se ha hecho con un vídeo de la trifulca, que es lo que la ha convertido en algo sonado.

Las relaciones entre el alcalde y los taxistas no son buenas, porque Johnson respondió a sus quejas contra Uber recordándoles que no se puede ir contra el libre mercado y la libertad de elección de los consumidores. Pero aun así, el director general de los taxistas, Steve McNamara, ha quitado hierro a la discusión: «Fue un incidente entre adultos. No había niños y nadie resultó ofendido. Se está creando una tormenta en una taza de té». Un portavoz de Boris alegó en declaraciones a la BBC que el alcalde «solo empleó un lenguaje colorido».

Uber es una multinacional informática con sede en California, una aplicación que facilita que los usuarios entren en contacto directo con vehículos cercanos, lo que los taxistas tildan de competencia desleal. Lo cierto es que la aplicación abarata los viajes al público, pero siembra muchas dudas legales. Por ejemplo, algunos países estudian que si los taxistas conducen para Uber en realidad deberían ser considerados empleados suyos, lo que cambiaría el entorno laboral y las tarifas. En Londres, los taxistas acusan al alcalde y al consorcio de Transporte de la ciudad de haberlos dejado desprotegidos frente a Uber y los «minicab», taxis más informales y de precios más bajos. Pero como dice Boris, es difícil torcerle la mano al libre mercado.

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