Raúl Castro, en la Cumbre de las Américas en Panamá
Raúl Castro, en la Cumbre de las Américas en Panamá - reuters

Raúl Castro elogia a Barack Obama: «Es un hombre honesto»

Los líderes cubano y estadounidense aparcan la retórica del pasado en la sesión previa a su histórico encuentro bilateral

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La esperada entrevista entre Barack Obama y Raúl Castro ha sido escenificada este sábado en la VII Cumbre de las Américas de Panamá como el intento de ambas partes de abrir una era de pragmatismo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. El presidente estadounidense ha extendido la mano al resto de Latinoamérica –«los días en los que nuestro país podía hacer aquí lo que quería son algo del pasado», ha afirmado–, pero no todos han correspondido con una misma proclamación de apertura. En su primera asistencia a una Cumbre de las Américas, Cuba ha dejado claro que no quiere lecciones sobre derechos humanos, mientras Venezuela ha torpedeado la aprobación de una declaración final porque no recogía su deseo de que incluyera críticas a Washington.

Todos los asistentes han valorado que finalmente los 35 países del hemisferio occidental puedan sentarse a una mesa. El presidente de Colombia, Manuel Santos, que ha abierto el turno de palabras en el plenario, indicó que la incorporación de Cuba a la cumbre «cumple el sueño de Bolívar de juntar a todos los países del hemisferio, sin excepción».

Barack Obama y Raúl Castro se han tendido la mano, pero ambos han hablado en registros bien distintos cuando este sábado han tomado la palabra en el plenario de la VII Cumbre de las Américas de Panamá. Al compromiso del presidente de Estados Unidos de diálogo con Cuba y así «abrir un nuevo capítulo de implicación» en Latinoamérica, el presidente cubano ha respondido que la isla utilizará la distensión que traerá ese diálogo para «perfeccionar nuestro socialismo y consolidar los logros de la revolución».

Obama ha recordado que cuando hace seis años asistió a su primera Cumbre de las Américas, poco después de llegar a la Casa Blanca, se comprometió a «abrir un nuevo capítulo de implicación con la región, y dejar de lado discusiones del pasado que nos tenían atrapados». «Prometí entonces una era de cooperación de socios iguales y de respeto mutuo, y eso es lo que he procurado», dijo. Como fruto de ese esfuerzo presentó el acuerdo con Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas mutuas.

«Seguirán las diferencias de fondo»

El presidente estadounidense ha reconocido que «seguirán las diferencias de fondo» con Cuba, pero dijo no estar interesado en seguir «prisioneros del pasado» mediante la discusión de viejas rencillas e invitó a mirar hacia adelante. «Nuestro foco», ha añadido, «está en el futuro; no estamos interesados en la ideología, sino en el progreso; no en discusiones teóricas, son en el desarrollo de los pueblos».

Castro ha tenido palabras de aprecio personal hacia Obama, pero su intervención ha sido una cerrada defensa de la revolución. Alegando que Cuba había sido excluida de las seis previas ediciones de la cumbre, ha advertido de que los ocho minutos que le correspondían los multiplicaría por seis.

La advertencia iba en serio; incluso se ha excedido: ha hablado durante una hora. Obama, quien ha estado mascando chicle durante la larga intervención, también había hecho esperar a los asistentes, pues su demora en llegar al acto ha obligado a retrasar su comienzo durante 45 minutos.

El presidente cubano ha hecho un pormenorizado repaso de la historia de injerencias de EE.UU. en Cuba. Ha asegurado que el mismo día en que el presidente Kennedy fue asesinado llegó un mensaje suyo a Cuba un mensaje en el que pedía abrir el diálogo. Sugirió que tras el asesinato había fuerzas de EE.UU. que han querido mantener hasta ahora la presión sobre la isla.

Castro ha pedido perdón por su encendido tono. «Pido disculpas al presidente Obama –la pasión se me sale por los poros cuando de la revolución se trata– porque él no tiene ninguna responsabilidad en todo esto. Él es un hombre honesto, y eso se debe a su origen humilde».

Tras su ajuste de cuentas histórico, Castro ha trasladado a Obama su «disposición al diálogo respetuoso y la convivencia civilizada, dentro de nuestras profundas diferencias». Aseguró «apreciar» el compromiso de Obama de que «decidirá rápidamente la salida de Cuba de la lista de países que promueve en el terrorismo, en la que nunca debimos estar».

Finalmente ha pedido a todos los países reunidos que apoyen a Obama en sus esfuerzos para que el Congreso de EE.UU. revoque el bloqueo de Cuba.

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