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Rajoy protesta ante la Comisión Europea por el ataque de Tsipras a España y Portugal

El Gobierno se adhiere a una queja enviada a Bruselas por el Ejecutivo portugués

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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está «molesto» por las duras críticas que el pasado sábado dirigió a España y a Portugal el primer ministro griego, Alexis Tsipras, que ha acusado a ambos países de formar parte de una conspiración contra Grecia. Por ello, según han asegurado a ABC fuentes próximas al presidente, Rajoy se adhirió a una carta de protesta que el primer ministro de Portugal, Pedro Passos-Coelho, remitió en la tarde del sábado a los presidentes del Consejo Europeo, Donald Tusk, y de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

En ese escrito, Passos-Coelho explica que su protesta se debe a dos motivos. Primero, que las declaraciones de Tsipras son falsas, y segundo, que son inapropiadas de un líder europeo.

En la tarde de ayer, Mariano Rajoy transmitió a Juncker su acuerdo con esta protesta, a la que se adhirió. Su respuesta pública llegará en la mañana de hoy, durante la celebración de un mitin en Sevilla con motivo de las elecciones andaluzas del próximo 22 de marzo.

«Derribar nuestro Gobierno»

El ataque de Tsipras se produjo durante una larga intervención ante el Comité Central de la Coalición de la Izquierda Radical Syriza: «Nos encontramos con un eje de poderes, liderado por los gobiernos de España y Portugal, que por motivos políticos obvios intentaron hundir las negociaciones» del Eurogrupo para la prolongación del crédito económico concedido a Grecia. El jefe del Ejecutivo heleno continuó explicando que el plan de España y Portugal consistiría en «desgastarnos, en derribar nuestro gobierno y conducirlo hacia una rendición incondicional antes de que nuestro trabajo comenzara a dar sus frutos». Aseveró que la intención de ambos países era evitar que el ejemplo de Grecia se extendiera en sus territorios. «Sobre todo de cara a las próximas elecciones en España»,ha asegurado.

Entretanto, el secretario de Estado para la Unión Europea (UE), Íñigo Méndez de Vigo, respondió ayer que «los problemas de Grecia no se resuelven con declaraciones sino con reformas». «Los últimos resultados económicos que presentaba Grecia iban en la buena dirección, eran positivos, y esperamos que no haya retrocesos en esta materia», añadió.

En el mismo sentido, el PSD, partido de centro-derecha que lidera el Gobierno luso, acusó a Tsipras de inventar «chivos expiatorios» ante sus dificultades internas.

Las críticas a Tsipras también llegaron desde su propio país. El ex primer ministro Antonio Samarás dijo que «crea enemigos imaginarios para justificar sus mentiras y el habernos llevado a este punto muerto. Debería darle vergüenza».

Durante la reunión del Comité Central -formado por miembros del Gobierno y de las múltiples facciones que forman Syriza (desde trotskistas y maoístas hasta ecologistas)-, el líder radical ha insistido en que la actitud del Partido Popular Europeo, del que es miembro la formación conservadora helena Nueva Democracia, mostraría que este partido de la oposición es «cómplice» y «brazo ejecutivo» de la supuesta conspiración contra Syriza. Estas palabras provocaron la indignación airada del líder de Nueva Democracia y ex primer ministro, Andónis Samarás, quien afirmó en declaraciones al diario «Kathimerini» que Tsípras «debería sentir vergüenza» por «crear enemigos imaginarios para justificar sus propias mentiras y los callejones sin salida en los que se ha metido».

Tsipras insistió en su discurso del sábado en que «cada una de nuestras decisiones, de las afirmaciones que figuran en nuestros documentos, cada uno de nuestros movimientos tácticos tienen un impacto no solo para el hoy y el mañana de la izquierda y de los movimientos hacia el progreso, sino también para el presente y futuro de Grecia y de su pueblo. Es una nueva responsabilidad ante una nueva situación». Retórica no le faltó. El caso es que su eficaz discurso y su atractivo personal han conseguido que hasta ahora su popularidad y la de su partido sea muy elevada e incluso haya aumentado después de su victoria electoral.

Pero lo cierto es que a Tsipras no le ha quedado más remedio que desdecirse ante Bruselas y dar marcha atrás a todas las populistas promesas hechas en campaña electoral. No son pocos los que en su propio partido le acusan de no cumplir un programa, que comenzaba con una afirmación tajante: al día siguiente de las elecciones, el nuevo gobierno se comprometería a presentar un proyecto de ley único que revocaría todas las reformas impuestas por la troika.

Contradicciones

Obviamente nada de esto ha ocurrido, más bien todo lo contrario. Para conseguir la prolongación del crédito de la UE y el FMI, el Ejecutivo de Tsipras se ha comprometido a no aplicar acciones que supongan un aumento del gasto público, a no tomar «medidas unilaterales» que comprometan el saneamiento de las cuentas y a proseguir la política de ajustes de su predecesor. Otro asunto es que las cumpla, aunque se exponga en tal caso a que los socios europeos congelen la concesión del préstamo.

En este momento no está claro que el Gobierno vaya a presentar para su aprobación en el Parlamento el programa de reformas que aprobó con la troika (ahora llamada «las instituciones», pero igualmente formada por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetraio Internacional). Intento salir de las contradicciones en las que está atrapado, Tsipras afirma que Syriza debe «crear una táctica eficaz e inteligente que tenga en cuenta los equilibrios de poder, el estado de ánimo de los trabajadores y del pueblo, las posibilidades del partido en cada momento y en cada curva y las necesidades del país». O sea, nada que se traduzca en una clara línea de acción política.

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