Strauss-Khan llega (detrás en el coche) a su juicio este lunes en Lille
Strauss-Khan llega (detrás en el coche) a su juicio este lunes en Lille - reuters

El PS de Hollande pasó por alto las orgías de Strauss-Kahn

Anne Mansouret, exconsejera regional socialista, fue la primera en denunciarlas

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François Hollande y toda la élite socialista conocían desde 2003, cuando menos, las acusaciones de varias jóvenes que denunciaron las «violencias sexuales» de Dominique Strauss-Kahn (DSK), alertando en repetidas ocasiones sobre unos hábitos prostibularios del expresidente del Fondo Monetario Internacional (FMI) que han terminado sentándolo en el banquillo de los acusados en un proceso penal por presuntos delitos de proxenetismo agravado.

Anne Mansouret, exconsejera regional socialista en Haute-Normandie, fue la primera en denunciar el comportamiento de todos los dirigentes del PS: «Strauss-Kahn intentó violar a mi hija, en 2002. Todos los dirigentes del partido estaban al corriente. Hollande, que era primer secretario del PS, se interesó por mi hija. Todos sabían pero nadie deseó pararle los pies a un hombre que muchas mujeres consideraban peligroso».

Cuando Tristane Banon, hija de Mansouret, denunció las violencias sexuales de DSK, Aurelie Filippetti, ex ministra de cultura, fue interrogada por la policía. De sus declaraciones y diálogo personal con Mansouret se desprende que ella misma había sufrido «avances» por parte de DSK.

Filippetti comentó a Tristane Banon y su madre: «Ese hombre es un sátiro peligroso para las mujeres. Me dio cita, un día, en el mismo apartamento. Lo comenté con un amigo socialista que me previno, advirtiéndome que DSK era un tipo peligroso». En otro momento de su diálogo con Banon y Mansouret, la ex ministra dejó caer: «Se trata de un personaje peligroso para las mujeres. Siempre procuré no encontrarme a solas con él, en un sitio cerrado».

En su día, Hollande comentó las acusaciones lanzadas por Mansouret de este modo: «Solo tuve noticia de rumores que circulaban. Pero nunca llegué a saber nada de cierto. En tanto que dirigente socialista no podía hacer de policía de costumbres».

La ambigüedad del desmentido de Hollande, en su día, solo agravó las sospechas de fondo. Jean Quatremer, corresponsal de «Liberation» en Bruselas, fue el primero en poner el dedo en la llaga: «En sus relaciones con las mujeres, DSK roza el acoso. Se trata de un comportamiento que todos los periodistas que han cubierto la información del PS conocen. Pero nadie se ha atrevido a denunciar el caso». Tras el estallido del escándalo sexual de DSK con una subordinada, en el FMI, Quatremer volvió a insistir: «Temo que este hombre tenga un problema que lo inhabilita para dirigir una organización donde trabajen mujeres».

Los casos de Tristane Banon, periodista, y Aurelie Filipetti, ministra de Cultura, fueron los primeros en revelar un comportamiento que los amigos políticos de DSK consideraban excesivos, dejando entender que, en verdad, el socialista más popular de Francia por aquellos años era un hombre que tenía mucho éxito entre las mujeres.

Entre 2002, el año del intento de asalto contra Banon, y 2011, el año del escándalo sexual en un hotel de Nueva York, donde DSK forzó sexualmente a una camarera negra, el por entonces presidente del FMI fue el socialista más famoso e influyente de Europa, presentado a bombo y platillo como el futuro presidente de Francia.

Epistolario

Tras el estallido del escándalo neoyorquino, las primeras revelaciones del escándalo prostibulario del Hotel Carlton de Lille, confirmaron que otros dirigentes socialistas, al más alto nivel, tampoco podían desconocer las aficiones de DSK.

«Liberation» publicó en su día un largo rosario de mensajes de texto, intercambiados entre el ex presidente del FMI y sus amigos proxenetas, en Lille. En varios de esos mensajes aparecen dirigentes socialistas, como Pierre Moscovici, actual comisario europeo; y Jean-Marie Le Guen, actual secretario de Estado para las relaciones con el Parlamento.

DSK cita a Moscovici y Le Guen a lo largo de varios diálogos y conversaciones que siempre comienzan o terminan con proyectos prostibularios, de este tipo: «¿Te apetece —pregunta DSK a uno de sus amigos proxenetas— descubrir un magnífico club erótico en Madrid, conmigo y con «material»? Según las filtraciones policiales, DSK calificaba de «material» a las chicas de alterne tarifado. Moscovici y Le Guen siempre han proclamado su inocencia y su «ignorancia» de los comportamientos de su amigo y antiguo protector político.

Sin embargo, las víctimas de varias agresiones sexuales de DSK estiman que la élite socialista no podía ignorar unos rumores que corrían profusamente por las redacciones de todos los medios parisinos. En su día, el vespertino «Le Monde» confesó tener en su poder un informe policial donde se describían los «hábitos nocturnos» de DSK «al oeste de París», alusión a la agitación bien conocida en el Bosque de Vincennes.

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