Roland Freisler, el veredicto de Dios

Antiguo prisionero de guerra en Rusia y simpatizante bolchevique, presidió el Tribunal del Pueblo nazi. Era legendario por su fanatismo y crueldad. Condenó a muerte a 2.600 personas en dos años. Falleció en un proceso en Berlín al quedar sepultado por un bombardeo aliado en 1945

En la tumba familiar en la que fue enterrado en el cementerio de Dahlem no figura su identidad ABC
Pedro García Cuartango

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El 3 de febrero de 1945 el juez Roland Freisler presidía en Berlín el Tribunal del Pueblo que había sentado en el banquillo al teniente Fabian von Schlabrendorff, acusado de un delito de alta traición. Freisler anticipó al encausado su voluntad de «mandarle directamente al infierno». Pero no pudo materializar su amenaza porque, minutos después de estas palabras, un bombardeo de la aviación aliada destruyó la sala en la que se celebraba el juicio. El magistrado fue encontrado muerto bajo una columna con el expediente de Schlabrendorff bajo el brazo.

Por una curiosa voluntad del destino, el teniente fue absuelto semanas después por el juez que sucedió a Freisler, que, según las estimaciones, condenó a muerte a 2.600 personas en el periodo comprendido entre 1942 y 1945 en el que presidió el siniestro Volksgerichtshof o Tribunal del Pueblo.

Freisler era legendario por su crueldad y su falta de respeto a los acusados e incluso era repudiado por muchos dirigentes del nacionalsocialismo. Según el testimonio de la mujer del general Jodl, cuando su cadáver fue llevado al hospital de Lützow, alguien exclamó: «Fue el veredicto de Dios» .

Había nacido en Celle en el seno de una familia acomodada en 1893. Estudió derecho en la Universidad de Jena y combatió en la Primera Guerra Mundial con el grado de teniente. Fue hecho prisionero por los rusos, etapa que aprovechó para aprender el idioma de sus captores. A principios de los años 20, Freisler se acercó al socialismo y simpatizó con el comunismo soviético , según algunos de sus compañeros.

Declarado enemigo del régimen de Weimar, decidió adherirse en 1925 al Partido Nazi. Tenía fama de ser un excelente jurista, de rápidos reflejos y una gran oratoria. Fue promovido en 1933 al puesto de secretario de Estado de Justicia en Prusia, pero nunca pudo ver cumplido su sueño de ser ministro de Justicia del Reich. Su amigo Goebbels le propuso para este cargo en 1941 tras fallecer Franz Gürtner, pero Hitler lo rechazó: «Ese antiguo bochevique, ¡ni hablar!».

Fue Freisler quien condenó a muerte a los hermanos Scholl, los líderes de la organización estudiantil la Rosa Blanca, quien cambió la legislación para poder ejecutar a adolescentes y quien presidió los juicios contra los cientos de oficiales acusados de haber participado en el golpe de Stauffenberg, a los que condenó a ser colgados de un gancho de carnicero.

Con una mezcla de sadismo y fanatismo, el siniestro juez disfrutaba humillando a sus víctimas y se extralimitaba en sus arbitrarias sentencias sin ningún pudor . No en vano admiraba a Andrei Vyshinski, el colega soviético que presidió los procesos de Moscú.

En la tumba familiar en la que fue enterrado en el cementerio berlinés de Dahlem no figura su identidad, mientras que una plaza de la capital lleva hoy el nombre de Hans y Sophie Scholl, ejecutada en 1943 cuando apenas había cumplido los 21 años.

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