Dos niños siguen en Periscope una retransmisión en directo
Dos niños siguen en Periscope una retransmisión en directo - Flickr

Periscope: el peligro de una red global al alcance de los menores

Los expertos coinciden en los riesgos que entraña en niños y adolescentes esta aplicación abierta en la que se dan contenidos de todo tipo

Madrid Actualizado: Guardar
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Kayvon Beykpour se encontraba en Estambul en el verano de 2013 cuando varias protestas estallaron en la céntrica plaza Taksim. Entonces deseó tener en sus manos una aplicación para retransmitir en directo al mundo lo que estaba sucediendo ante sus ojos. De aquel momento de inspiración surgiría dos años más tarde Periscope, una red social que permite emitir en vivo las imágenes captadas con un smartphone y que conecta a usuarios de todo el mundo.

Desde su lanzamiento en marzo de 2015, el uso que hacen muchos de los usuarios de esta red social se aleja bastante de su vocación informativa. La gran mayoría retransmiten en vídeo acciones cotidianas, desde el desayuno, hasta el camino en coche al trabajo.

Y entre ellos, hay muchos usuarios adolescentes y menores de edad que la emplean para relatar su vida o simplemente por aburrimiento.

Esta semana se hacía viral un video sobre la reacción de una madre al descubrir que su hija estaba usando Periscope y estaba viendo a un hombre desnudo. Sin dejar de ser una anécdota, el hecho refleja el desconocimiento de los padres del uso que sus hijos menores pueden dar a esta aplicación.

«Los menores creen que saben cómo funcionan las herramientas por el mero hecho de saberlas usar, pero esto no es así, saber usar la herramienta no quiere decir que realmente sepas todos los riesgos que implica su uso», expresa María Bretón, directora de Jourbrand y experta en redes sociales, quien señala que «muchos adolescentes piensan que la retransmisión es en privado, cuando la puede ver cualquier usuario».

Público global y desconocido

Como con cualquier otra red social, los padres pueden ser ajenos a lo que hacen sus hijos. Pero con Periscope, el riesgo aumenta. «La ventaja y desventaja de esta aplicación es que es totalmente abierta», expresa Antoni Roig, profesor de Ciencias de la Información y de la Comunicación en la UOC. Mientras que en redes sociales como Snapchat o Facebook existe un proceso previo de identificación y selección de amigos, el público de Periscope es global, «con lo cual es muy difícil saber con quién estás contactando y, por tanto, es más anónimo». Al mismo tiempo, el contenido es perecedero. El vídeo en streaming que se emite en Periscope desaparece al cabo de 24 horas «teóricamente», pues cualquiera puede hacer una captura de pantalla o una copia del vídeo. «Da pie a hacer cosas más extremas porque sabes que lo que están haciendo luego va a desaparecer», opina.

Al final uno no sabe lo que va encontrarse y, en consecuencia, se puede tener acceso a vídeos con contenido inapropiado para menores o en los que se cometen actos delictivos. Sin ir más lejos, el pasado abril saltaba a los medios de comunicación una violación que había sido retransmitida por Periscope por una pareja. Una chica de 18 años había grabado en directo cómo su novio violaba a una conocida de ambos menor de edad en Ohio (EE.UU.). Mientras el chico consumaba la agresión sexual, la novia difundía las imágenes entre sus seguidores y todos los usuarios que en ese momento habían entrado en su perfil. Un mes más tarde, una chica de 19 años de edad y residente en Egly, al sur de París, se arrojaba a las vías de un tren y lo retransmitía en directo por la misma aplicación.

«Cuando abres la vida en directo a poderla relatar, sobre todo, en un medio tan poderoso como es la imagen, te muestran cosas que normalmente, aunque sepas que existe, no se suelen ver», reflexiona Roig.

Soluciones díficiles

El mínimo de edad para registrarse en Pericope son 13 años, pero como ocurre en todas las redes sociales, se puede engañar fácilmente con tan solo un click. Los expertos coinciden en la falta de interés en poner una barrera más estricta de edad que sea efectiva. «Los niños con siete años ya tienen perfiles en redes sociales y se les puede impactar con publicidad, por lo que, ni a la propia red social, ni a las marcas, les interesa que haya restricciones de edad», asegura Bretón.

Detrás de estas aplicaciones hay multinacionales privadas muy poderosas, que cuentan con departamentos jurídicos muy competentes y que se guardan de cualquier responsabilidad al asegurar que todos los usuarios aceptan sus condiciones. Ellos dan las herramientas, pero el contenido es competencia absoluta de las personas.

«Si tenemos que buscar una solución de partida, una podría ser buscar una restricción parental similar a la que hay en los programas televisivos. O el acceso a los dispositivos, que también resulta muy complicado, teniendo en cuenta que muchos niños tienen tablet, y además forma parte del proceso de la progresiva introducción de las tecnologías de la información en las aulas», piensa Roig, quien destaca la importancia del diálogo. «Al final es muy difícil poner muros al campo si actúas solo con el control o con un solo actor. La escuela no puede tener toda la responsabilidad en esto».

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