La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol, cuadro de Goya
La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol, cuadro de Goya - ABC
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Dos de Mayo, más allá del calendario

Es día de trueno alegre en la ciudad porque esa fiesta trae remembranza de cuando el pueblo de estas calles defendió lo suyo, a pie firme, ante los franceses

MADRID Actualizado: Guardar
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Vamos en vísperas del Dos de Mayo, que es día de trueno alegre en la ciudad, porque es fiesta de podio en el calendario madrileño, y porque esa fiesta trae remembranza de cuando el pueblo de estas calles defendió lo suyo, a pie firme, ante los franceses. Lo pintó Goya para siempre. De modo que estamos ante una jornada, o jornadas, casi, que airean el acontecimiento del honor, o la libertad. En la misma Puerta del Sol hay placa conmemorativa a los héroes populares del dos de mayo de 1808, justo a la distancia de una mirada de medio vuelo desde la baldosa donde todo mortal se hace un selfie consigo mismo, porque está en el kilómetro cero.

Aquí se libró el primer choque entre madrileños y las tropas de Napoleón, aquí donde ahora los turistas hacen romería para llevarse la foto de móvil de su propio pie, sobre el baldosín que dice ser el punto de arranque de las carreteras nacionales.

Ahí tenemos noticia del Dos de Mayo, y naturalmente en la plaza de ese mismo nombre, donde están las estatuas de los capitanes que lideraron aquel alzamiento, Daoiz y Velarde. Es la plaza corazón del barrio de Malasaña, que es como el peatón conoce el barrio de Maravillas.

Malasaña ha sido el meollo del cogollo del tinglado, donde los modernos, en los ochenta, iban a vivir la noche más allá de la noche, y donde ahora los bachilleres de bullicio van a cumplir con el botellón. Pero Malasaña, barrio tan encumbrado, es el apellido de Manuela, aquella costurera que falleció de adolescente en las movidas bélicas contra los franceses. La costurerita valiente ha puesto nombre mítico a una barrio popular, jaraneo y de modernos, que ahora alterna las bodegas gays del trasnoche con los cafés de mucho escaparate donde igual te echan un café que un poema.

Hay más lugares que rememoran el Dos de Mayo. En el paseo del Prado hay una pequeña plaza, con obelisco, en recuerdo a las víctimas de ese día. Y en el Palacio Real vive una placa que señala el punto donde se originó todo el conflicto. Y celebra a los héroes populares que «en este mismo lugar iniciaron la protesta y sacrificio contra las tropas extranjeras». El Dos de Mayo vamos a celebrarlo enseguida, pero está por ahí, callejeando, todos los días.

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