La fachada conserva el escaparate de madera
La fachada conserva el escaparate de madera - BELÉN RODRIGO

Las maletas preferidas de los pilotos y azafatas que se alojaban en el Edificio España

Regalos Alcázar todavía vende objetos descatalogados a equipos de produción de películas y series de épocas antiguas.

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Encarnación Alcázar López, más conocida como «la Mama», fue una madrileña muy popular en el barrio de Argüelles, sobre todo en las inmediaciones a la Plaza de España. Nacida a finales del siglo XIX, regentaba el negocio familiar de la calle de los Reyes, llamada anteriormente calle de San Ignacio. Esta mujer, la matriarca de la familia, se ganó el respeto y el cariño de sus vecinos y amigos. Con ella siempre estuvo viviendo, en la trastienda, su sobrina-nieta, Encarnación Sanz Sánchez, quien heredaría la tienda que regentó junto a su esposo Eduardo Baeza Martín. Por entonces el negocio ya era conocido como Alcázar, dada la popularidad de «la Mama».

Pero hay que remontarse a 1884 para hablar de la apertura de esta tienda, fundada por Joaquín Bernabé y Luciana Alcázar, tíos de «la Mama».

Por esa época la principal actividad era la compraventa de alhajas y de ropa, incluso de empeños y préstamos. La fachada ocupaba el doble que actualmente, ya que ocupa también el edificio contiguo. «Para recuperarse después de la Guerra Civil la familia tuvo que vender el otro local», explica a ABC Eduardo Baeza Sanz, actual dueño, el primero que ha heredado el negocio directamente de sus padres. «Esta tienda siempre ha estado en manos de la misma familia aunque no ha sido herencia directa de padres a hijos, excepto en mi caso», aclara él mismo. Poco más sabe de esos inicios de la tienda a finales del siglo XIX, que se fue haciendo un hueco en el comercio de Madrid.

En los años 70 llegaron los cambios gracias al aumente de las ventas, «derivadas por el auge de España y del Edificio España», subraya Eduardo. El Edificio España era uno de los hoteles más importantes de Madrid y la plaza tenía mucha vida, «estaban todas las aerolíneas». Los pilotos y azafatas aprovechaban su estancia en la capital para hacer sus compras y después necesitaban maletas para lleva todo lo adquirido. «Así que de esta forma se empezaron a vender maletas y fue todo un éxito. Y paulatinamente apostaron por otros productos como decoración, porcelana e incluso música, aunque en este último caso fue por un corto periodo de tiempo».

Obras y nuevos productos

Con los padres de Eduardo (Eduardo y Encarnación) se produjeron muchos cambios. En primer lugar, obras, convirtiendo la antigua vivienda en parte de la tienda. Eduardo es el mayor de cuatro hermanos y ellos pasaban allí la mayor parte de su infancia, jugando y estudiando. Después siguieron innovando, «fue de los primeros sitios donde se colocaban pilas a los relojes LCD y se encontraban siempre modelos raros de radio o artículos para coleccionar. Mis padres viajaban mucho a Andorra y traían cosas diferentes», explica el propietario. Además por esos años en la Plaza de España se concentraban todo tipo de importadores. «En los años que más se ha trabajado en esta tienda ha sido en los 80 y en los 90, llegamos a ser cinco empleados y la tienda estaba siempre llena. Venía gente de muy lejos y encontraba cosas que no había en otros lugares». Ya jubilados, Eduardo y Encarnación seguían yendo a la tienda todas las tardes, aunque fuese solo a sentarse y charlar, «mi madre creció en esta casa», recuerda el actual dueño.

Hace 20 años Eduardo Baeza Sanz se puso oficialmente al frente del negocio, tarea para la que cuenta con la ayuda de su mujer Concepción Amundarain. Él estudió la carrera de Empresariales, ya pensando en seguir los pasos de sus padres. «Mi principal aportación fue la de abrir una nueva línea de negocio, la de regalos de empresa, que en un momento ha sido muy importante, facturando más que la tienda en sí», reconoce. Se encuentra todo tipo de artículos aunque los que más salida tienen son «los relacionados con la tecnología». En la tienda, lo que más venden son relojes y bisutería aunque siguen conservando artículos de regalo de otras épocas. «Vienen responsables de muchas series de televisión y películoas buscando objetos antiguos», revela Eduardo. Recuerda que la tienda parte de la idea de un Bazar, «y la mayor parte de las cosas son de gama media». Realizan arreglos de relojes y de joyería, “aunque contratamos servicios externos”.

Eduardo se lamenta de la poca vida que existe en la Plaza de España, «esta calle ha perdido mucho, todo el barrio, y seguimos muy atentos los proyectos diseñados para recuperar la zona». Aunque Eduardo desconfía que «Regalos Alcázar se va a acabar aquí, conmigo». Tiene dos hijas, «pero han seguido otros caminos y es entendible. Estos negocios ahora son poco rentables, es normal que no quieran heredarlo». Pero no por ello ha perdido la ilusión de seguir dando un buen servicio a sus clientes, «ahora en su gran mayoría del barrio».

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