Una victoria para Caballero

Detrás del más que probable relevo de Pilar Cancela al frente de la gestora gallega no hay otra cosa que una suma de intereses. Por un lado, Ferraz quiere dejar fuera de juego a una dirigente que, aunque interina, no fue nunca un simple árbitro de la vida interna del socialismo gallego sino que tomó partido, como se vio en las primarias que eligieron a Fernández Leiceaga. Y si se mojó entonces, ¿qué le impediría volver a hacerlo en estas primarias federales trascendentales para el futuro del PSOE? Quizás esto revele también un cierto nerviosismo en el «susanismo», que puede que no las tenga todas consigo y vea amenazas potenciales donde no las hay.

Hay también la necesidad de premiar la incuestionable fidelidad de Abel Caballero, que contra viento y marea se ha erigido en el gran valedor de Susana Díaz en Galicia —apoyo que resta más que suma en determinadas zonas—, moviendo el aparato municipal en favor de la aspirante andaluza.

Caballero ya amagó hace unos meses con aquella lista de nueva gestora filtrada a algunos medios —pero que no había consensuado más que con él mismo— y que le fue rechazada por Ferraz, consciente de que haría estallar por los aires el avispero gallego. Relevar a Cancela es admitirle su victoria, aunque sea con meses de retraso.

Lo que ocurre es que el sector oficialista —los restos del «besteirismo» y los librepensantes no alineados con Caballero— no parece por la labor de legitimar una nueva gestora por un ridículo plazo de ¿seis meses? Y los notables de este sector —mayoritario, recordemos— no parecen por la labor de compartir foto con el alcalde de Vigo. Así las cosas, ¿el cambio de la gestora es una simple decapitación de Cancela? Por mucho menos se han creado mártires.