Santiago Villanueva, en su despacho de La Coruña, durante su conversación con ABC
Santiago Villanueva, en su despacho de La Coruña, durante su conversación con ABC - MIGUEL MUÑIZ
ENTREVISTA AL DELEGADO DEL GOBIERNO EN GALICIA

Santiago Villanueva: «Quien va a una protesta pacífica no lo hace con la cara tapada ni con palos»

Las tres manifestaciones pro-okupas que sufrió Santiago en solo diez días mantienen en alerta a las fuerzas de seguridad. El delegado del Gobierno exige «contundencia» a todas las administraciones

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Los disturbios de las últimas semanas ocupan, y preocupan, a las fuerzas de seguridad. No se descartan nuevos arrestos derivados del visionado de las imágenes de las protestas pro-okupas...

—Así es. Después de cada intervención la Policía revisa las imágenes para decidir si algunas actuaciones pueden dar lugar a nuevas denuncias. Y una vez examinada toda la documentación y todas las pruebas, se decidirá si esto deriva en nuevas detenciones. Básicamente en este asunto hablamos de las protestas del 30 de mayo, la manifestación violenta que tuvo lugar en la zona vieja, con seis policías heridos, porque de pacífica no tuvo nada. Hubo unos treinta encapuchados, y está claro que quien va a una protesta pacífica no lo hace con la cara tapada, tratando de ocultar su identidad, ni armado con palos y escudos.

No es una guerra y la Policía lo único que hace es prevenir y defender la ciudad de los posibles altercados.

—Derivada de esta primera manifestación, los servicios de información iniciaron un rastreo por las redes para detectar la protesta, también sin permisos, del pasado sábado. ¿Detrás de estos disturbios hay grupos profesionales organizados?

—Primero quiero puntualizar que una manifestación está regulada y prevista para que los ciudadanos reclamen lo que quieran. Por eso está contemplado que se comunique a la Delegación del Gobierno con la finalidad de proteger a los manifestantes, y también el orden público. Nosotros tenemos que saber qué manifestaciones hay por si, por ejemplo, hay dos marcha que confluyen. Una manifestación como la del pasado sábado, de 700 personas, no puede condicionar la vida de 95.000 vecinos de Santiago. Esa gente tiene derecho a poder entrar en su casa y a circular. En ningún momento nos comunicaron la protesta, con lo que tuvimos que ir actuando para garantizar los derechos de unos y otros, porque no se puede mediatizar la vida de una ciudad. Dicho esto, en la manifestación del pasado sábado se detectaron más de 200 personas que no procedían de Santiago y que llegaron con una finalidad distinta a la de manifestarse. Había muchos profesionales preparados con pancartas que eran escudos y con palos cortantes para poder agredir, además de otros materiales incautados. Su finalidad era hacer daño. Todos vimos que fue algo perfectamente orquestado puesto que fueron directamente a una propiedad privada que habían abierto con anterioridad, porque también se incautaron materiales para reventar las cerraduras.

—El desalojo del patio del Peleteiro suscitó la quejas de algunos grupos, que calificaron la respuesta policial de desproporcionada. ¿Falta contundencia en la defensa de la labor policial?

—Sí. La actuación de la Policía fue proporcionada y congruente. Su intervención fue pública y todo vimos que a los manifestantes se les dejó un tiempo en el patio y se les dijo que allí no podían estar. Lo mismo con quienes sentados delante estaba conculcando los derechos de la gente que vive en Santiago. Se les retiró y finalmente hubo que sacarlos del patio. No puede haber manifestaciones no comunicadas, no se puede vulnerar la ley y no se pueden justificar estas actuaciones ni empatizar con ellas.

—La tibieza del alcalde de Santiago hacia las protestas. Su respaldo, más o menos velado a los manifestantes, ¿puede acabar dándoles alas para una nueva tanda de protestas?

—Esperemos que no. Lo que no podemos hacer es entrar en el debate peligroso de si se debe cumplir la ley o no. Tenemos que ser claros y todo el mundo tiene que cumplir las normas. Todos debemos ser contundentes condenando la vulneración de la legalidad, porque recuerdo que el inicio de todo esto fue el desalojo de unos okupas que estaban ilegalmente en una propiedad. Y una resolución judicial ordenó a proceder al desalojo por parte de la Policía.

—El alcalde habló de «resistencia pasiva». La Policía tiene un discurso contrario, y se amparan en las actas de decomiso de aquella noche...

—Las pancartas depositadas en comisaría y que irán al juzgado no eran pancartas sino escudos de protección. ¿Resistencia pasiva es la ocupación de la vía pública o de una propiedad privada? No lo es. E insisto, es que parece que en España uno no se puede manifestar y en Galicia solo el año pasado hubo 3.500 manifestaciones de las que el 99,9% fueron pacíficas, comunicadas y transcurrieron sin problemas. Lo que no puede haber son manifestaciones violentas que pongan en peligro a los ciudadanos, al mobiliario urbano y que encima dañen la propia imagen de la ciudad.

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