Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Mugre por cuenta del contribuyente

El dinero de la tesorería municipal se ha ido por la escurridera de la ofensa a los sentimientos religiosos de la mayoría de los tributarios

Juan Soto
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El pintoresco alcalde de La Coruña, ciudad que se proclama en su heráldica «cabeza, guarda y llave, fuerza y antemural del Reino de Galicia», la más liberal de las ciudades gallegas (si hay que hacer caso a la opinión de Salvador de Madariaga, uno de sus hijos ilustres) es otro de los varios lastres arrojados por la bajamar podemita («esa franja sucia que deja en bajamar la ola», en verso del gran Blas de Otero) tras las elecciones locales del 24 de mayo de 2015, para castigo y escarmiento del incauto contribuyente.

El buen hombre alcanzó notoriedad en las redes cuando, a poco de empuñar el bastón de borlas, giró visita institucional al Rey en pantalón vaquero, zapatillas deportivas, camisa con los faldones por fuera y aspecto de refractario a las duchas de primeros auxilios.

Bien, pues en materia de cultura y adheridos se auxilia este buen prójimo de otro que tal, un mengano de fatigosa trayectoria laboral: participante asiduo «en comisións de subvencións e bolsas profesionais», según reza, con toda inverecundia, la ficha curricular redactada por él mismo. ¿Comisións de subvencións e bolsas profesionais? Lagarto, lagarto.

Viene todo este proemio a cuento de ese ya famoso cartel que anuncia los festejos de Antroido en la capital herculina. El dinero, más bien escaso, de la tesorería municipal se ha ido esta vez por la escurridera de la ofensa a los sentimientos religiosos de la mayoría de los tributarios, esos mismos que le pagan el sueldo al alcalde, a su tonto de cámara y al tonto del portaminas. Eso de dar una coz a los creyentes católicos en el culo de los contribuyentes, sin excepción confesional, es muy propio de una cierta patulea, siempre dispuesta a sustituir el respeto por la intolerancia, y la discrepancia por el escrache.

El lector ya conoce el cartel, así que nos ahorraremos el argumento de la deposición, que dijo Baroja a cuento de cierta creación literaria. El caso se resume en muy pocas palabras: así está la pocilga. Y así hozan algunos con asiento y nómina en la bella plaza de María Pita. Hay quienes a este pringue le llaman populismo. Otros, en cambio, preferimos situarlo entre la mugre y el gamberrismo político.

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