Xelmírez, primer arzobispo de Santiago, Archivo Histórico Nacional
Xelmírez, primer arzobispo de Santiago, Archivo Histórico Nacional

Diego Xelmírez, sin aditivos

El catedrático Ermelindo Portela publica una obra sobre la proyección política del primer arzobispo de Compostela

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Puede que Diego Xelmírez, primer arzobispo de Santiago entre 1100 y 1140, comience a estar moda. No tanto entre los estudiosos, a quienes siempre ha interesado, sino entre el gran público. Su nombre ha sonado con frecuencia en televisión en los últimos meses en las promociones de la serie de televisión «El final del Camino» y ahora su figura protagoniza un nuevo libro. La pantalla, donde ficción y realidad se han combinado, da paso a la obra «El báculo y la ballesta» de Ermelindo Portela, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Santiago desde 1982. Editado por Marcial Pons, el autor confía en que la coincidencia temporal de ambos formatos contribuya a que el espectador de la producción audiovisual recorra ahora sus páginas para «contrastar la idea adquirida».

Portela elige como punto de observación de Xelmírez el ejercicio del poder público, perspectiva «que agranda su figura», señala. No es, por tanto, una biografía ni un estudio como hombre de Iglesia. Elige un punto de vista, el de su proyección específicamente política, para sumar a lo aportado por otros investigadores en el pasado. Entre ellos cita las monografías de Biggs en 1949 y Fletcher en 1984, o trabajos como el de Pastor en 1973 sobre el carácter y la personalidad del prelado; el de Ramón Villares en 2010 con un tono más historiográfico; o la reciente publicación de 2013 con la participación de destacados nombres como López Alsina, Monteagudo, de nuevo Villares o Yzquierdo Perrín. Aunque también otras firmas de la literatura gallega se han aproximado a él de forma desigual. Villares recuerda la biografía de Manuel Murguía, «no muy bien recibida en la Academia de Historia en Madrid»,la «versión novelada» de «Historia Compostelana» de Otero Pedrayo o la severa crítica de Castelao en «Sempre en Galiza» al considerarlo «un traidor a lo que pudo ser y no fue la patria gallega».

Un perfil que le agradaba

«Diego, arzobispo de la sede compostelana por la gracia de Dios, ordenó escribir este libro y guardarlo en el tesoro de Santiago, para que, si alguno quisiere leerlo, pueda leer y conocer cuántos señoríos, cuántas propiedades, ornamentos y dignidades el arzobispo adquirió para su Iglesia y cuántas persecuciones y peligros sufrió por parte de poderosos tiranos en su defensa». Así comienza la «Historia Compostelana», encargada por el propio Xelmírez. Portela define esta obra, redactada principalmente por tres clérigos en la primera mitad del siglo XII, como «un impresionante fresco de propaganda política» que permite analizar aquello que interesadamente se narra y lo que inconscientemente se cuenta. «Quiso que su acusado perfil político quedara presente para siempre –declara el historiador–. La suerte política de Galicia se decidió en tiempos de Xelmírez, y no sin su destacada influencia».

El libro de Portela se articula en torno a grandes apartados temáticos que abordan el triple ámbito del poder feudal ejercido por Xelmírez: la cristiandad, el reino y el señorío. Lo hace con el rigor de un académico, sin margen para la imaginación a la que recurre el guión de una serie que «nunca ha pretendido ser la mejor forma de aprender quién fue Xelmírez», subraya José Miguel Andrade, profesor de Historia Medieval de la USC y asesor de esta producción. De ahí los marcados acentos en unos aspectos en detrimento de otros o las escenas «improbables».

«Es difícil encontrar en el campo académico a alguien que conozca tan bien a Xelmírez y la sociedad en la que le tocó vivir», afirma Andrade sobre su maestro Portela. Ambos compartieron mesa en la presentación de «El báculo y la ballesta» en el Consello da Cultura Galega, en la que también participaron Carlos Pascual, presidente de Marcial Pons, y el actor Antonio Mourelos.

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