Valencia

Irene Villa comparte su caso con los pacientes de un hospital: «Si no aceptas lo que eres no sales adelante»

La periodista y escritora víctima de ETA asegura que el sufrimiento «se compensa con creces»

Irene Villa, este martes en Valencia ROBER SOLSONA
Rosana B. Crespo

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La historia de Irene Villa es de sobra conocida para todos los españoles. Símbolo como víctima de ETA, la periodista y escritora ofrece numerosas charlas donde la motivación es el centro de su discurso. Este martes ha vuelto a Valencia una vez más, donde ha compartido su historia con los pacientes del Hospital Casa de Salud apenas pocos días después de conocerse que la Audiencia Nacional reabría el sumario de su caso y el juez ordenaba nuevas diligencias .

Villa no ha entrado a valorar la decisión judicial y se ha ceñido a transmitir su experiencia con una conferencia dedicada a las personas que han pasado por un problema duro de salud. Con sólo 12 años, en octubre de 1991, el coche en el que viajaban ella y su madre, María Jesús González, estallaba por una bomba colocada por ETA.

La imagen con las graves heridas de ambas estremecía al país i sigue siendo, a día de hoy, una de las fotografías que más ejemplifican y recuerdan el horror que provocó la barbarie terrorista. Pero, 26 años más tarde, Villa se dedica a hablar de «milagros» . «El primero fue que, gracias a que no llevábamos coche blindado porque no éramos nadie, mi madre y yo salimos disparadas y no tuvimos que lamentar algo peor. Ya en el hospital, mi diagnóstico fue terrorífico. Sin piernas, sin tres dedos de una mano y con la cara destrozada. Mi padre le dijo al médico que no quería que me salvaran para llevar una vida de tanto sufrimiento, y los doctores parecía al principio que estaban de acuerdo. Pero mi médico dice que sintió una voz que le decía lo contrario. Ahí llegó el segundo milagro: me devolvieron a la vida», relata.

En ese momento, explica que resultó vital el apoyo social en un momento tan complicado para una preadolescente. «En una época en la que valoras tanto la imagen y lo que los demás piensan de ti, yo me miraba al espejo y veía injertos, cicatrices y heridas por curar. Pero poco a poco descubrí que la otra mitad de ese cuerpo era yo y que era diferente. Hasta que no aceptas lo que eres no sales adelante », comenta.

La periodista y escritora, durante su conferencia en Valencia ROBER SOLSONA

Su elección, «pese a las miradas de compasión y pena», fue poner el foco en el «optimismo, el amor y la esperanza». Y con esa actitud fue como empezó a dar los primeros pasos. «Veía a otras personas andar en prótesis y me preguntaba que por qué no podía yo también», apunta.

Un tiempo más tarde, viajó a Suecia a vivir la que describe como «la mejor y la peor» experiencia de su vida. Se trataba de una técnica para anclar unos tornillos al hueso que le causó mucho dolor y acabó en infección. «No tenía entusiasmo y no contaba con el apoyo que tuve 15 años atrás. Pero pensé que por qué una bacteria iba a acabar con lo que una bomba no había podido ». Cuatro años después, conseguía andar por fin con prótesis.

El deporte también ha resultado fundamental para ella -especialmente su equipo de esquí femenino adaptado- y le ha aportado importantes muestras de superación.

«Para mí era importante no sentirme víctima, porque eso te trae miedo, culpa, tristeza, queja e ira. Tenemos que tener metas y tomar decisiones. A veces el dolor supone ser luego más feliz», destaca. Hasta en los peores momentos, asegura Irene Villa, ha aprendido a dar las gracias porque «luego todo se compensa con creces». Un ejemplo es su marido y sus tres hijos: «Después de todo, la niña que estaba muerta ha dado vida» .

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