Oti Rodríguez Marchante - BARCELONA AL DÍA

La tuna separatista en Madrid

Lo que ha hecho la representación catalanista allí en Madrid sería sólo un ridículo espectáculo, de no tener la naturaleza mucho más criticable

Oti Rodríguez Marchante
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Un día criticamos esa situación jurídica del aforamiento y, al día siguiente, que el Congreso apruebe el suplicatorio por el cual ese político aforado rinda cuentas ante el Tribunal Supremo. Sea o no inocente Francesc Homs de los delitos que se le acusa, alguien ha de darle la razón, y si no pueden ser los tribunales ordinarios por estar aforado, lo lógico es que sea el más alto Tribunal el que lo haga. Lo que ha hecho la Cámara no ha sido un juicio a Francesc Homs, sino aprobar el suplicatorio para que sea juzgado en el lugar competente para ello. Y lo que ha hecho la representación catalanista allí en Madrid sería sólo un ridículo espectáculo, de no tener la naturaleza mucho más criticable de lo profundamente antidemocrático: la pretensión mediante argumentos hueros y pedestres de amparar la impunidad ante el quebranto consciente y calculado de la Ley.

Pero si las palabras y los razonamientos de los destacados miembros catalanistas en Madrid son una mala defensa para el pringado Frances Homs (“nuestra noción de la democracia es la correcta”, dice Puigdemont, que se tiene bien leído a Montesquieu; o el señor Junqueras, experto en Churchill, que apela a que las dificultades de la democracia se resuelven con más democracia, y él sabrá como aplica aquí tal frase…, y ponemos a salvo por inanes las sinsorgueces del cantautor Llach y del juez, o ex juez, Santiago Vidal), mucha peor defensa son los hechos, algunos tan deprimentes y demenciales como el de esa calle sin salida dedicada al 9-N en un pueblo de Lérida, de la cual, ese ingenio incalculable del señor Artur Mas dijo durante su inauguración: “no es que la calle no tenga salida, es que no tiene entrada”, frase que lo perseguiría en su penosa posteridad si no las tuviera a docenas y mejores. ¿Se puede defender con mayor torpeza una idea?

Pues sí, se puede, y para comprobarlo no hay más que ver cómo defienden su idea antinavideña en las principales capitales españolas, en Madrid la alcaldesa Carmena con sus fiestas del solsticio, y aquí, en Barcelona, con esa idea experimental del Belén que tiene Ada Colau, que parece la continuación de “La Llegada”, la película de extraterrestres que ahora está en cartelera, y que se llama con esa potencia evocadora que tiene la ignorancia “instalación de tiempos navideños”. Puro Club de la Comedia.

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