Sergi Doria - SPECTATOR IN BARCINO

Independencia e insignificancia

La Barcelona que se resiste a la insignificancia reaparece como un film desde la pecera del Círculo del Liceo que ha remodelado la entidad en su ciento setenta aniversario.

Comencemos con un nombre. Feliu-Joan Guillaumes. ¿Quién es este señor? Vayamos a la Viquipèdia, siempre generosa. Nacido en Camprodón hace 55 años es licenciado en Filosofía y Letras y militante de Convergencia desde 1978. Presidente de la JNC de 1990 a 1994, en 1995 sustituyó en el escaño al diputado Rafael Hinojosa y en 2011 fue segundo teniente de alcalde de Mollet del Vallès. Cuando Francesc Homs fue inhabilitado por el 9-N, Guillaumes -siguiendo su tradición de sustituto- pasó a ocupar el escaño en el Congreso.

El nuevo diputado quiso chupar cámara en su primera intervención parlamentaria: “Sí prometo, por imperativo legal y ju-di-cial”, silabeó con cara de mala leche, para rematar la bravata con un “¡Va por tí Quico!”. Se preguntarán a qué viene tanta información sobre un diputado como aquellos discretos y sin atributo alguno a los que el mordaz Jonathan Swift vaticinaba una larga permanencia calentando escaños. Pues vamos a ello. Resulta que el pasado miércoles el agreste Guillaumes quiso tener otros quince segundos de gloria parlamentaria. Se levantó del escaño en el que lleva seis meses vegetando; blandió un ejemplar de The Economist, aquel del toro herido en el que la S se desprende de la palabra “Spain” para dejarla en “Pain” -”dolor”- y exclamó cariacontecido: “893 heridos, 893 heridos”. El único problema es que la susodicha portada estaba datada en julio de 2012 y lo del Spain a Pain se refería al posible rescate de la economía española.

¿De qué le sirvió al tribuno levantisco haber estudiado Filosofía y Letras? ¿Conoce el concepto de empirismo? Seguramente de algo le suena, pero el empirismo casa muy mal con el nacionalismo que prefiere el bulo y la mentira a la comprobación factual. Azuzado por la consigna del “Procés” -todo por la independencia aunque digamos falsedades- Guillaumes debió toparse en alguna web con el toro herido de The Economist y -”arrauxat com és”- se lanzó al ruedo y añadió otra ridícula escena las que ya acumulan los diputados del PdeCat y ERC; esos que se arrogan en exclusiva la representación de los catalanes. En esta Catañuña de la que huyen las empresas y que el independentismo va a condenar a la insignificancia mundial sería bueno que el diputado Guillaumes ojeara otra portada, esta rabiosamente actual, del semanario Charlie Hebdo...

En la primavera de 1936, Manuel Chaves Nogales, director del diario azañista Ahora, realizó varios reportajes en la Cataluña aministiada por el Frente Popular tras el golpe del 6 de octubre de 1934. Cuando visitó el Parlament de la Ciudadela alabó el paisaje de sereno verdor que rodeaba al antiguo arsenal que proyectó Verboom en el XVIII: “Esto de Barcelona sí que es un Parlamento y no aquel caserón remendado y pasado de moda que tenemos en Madrid. ¡Que leyes tan buenas se deben de elaborar en este suntuoso recinto!”. Al leer tan ditirámbica exclamación, uno duda si el periodista la pronunciaba con retintín. Líneas más abajo confirmamos la sospecha: “Los parlamentarios catalanes son malos, notoriamente inferiores a su edificio, porque un buen parlamentario no se improvisa ni se contruye tan fácilmente como un Parlamento...” La conclusión lo aclara todo: “El mayor obstáculo con que el pueblo catalán ha tropezado en el resto de España ha sido la incapacidad de los hombres representativos de Cataluña para expresar con claridad sus sentimientos, sus ideas y sus necesidades y para convencer a los demás de que tenían razón en sus demandas. Han sido pésimos abogados de su propia causa”.

Repasemos la crónica parlamentaria de los diputados independentistas. En Madrid: Tardà citando una canción del Club Super 3 mientras regurgita que la justicia española “está corrompida”; Rufián haciendo publicidad de las impresoras Samsung de cincuenta euros. En Barcelona, sesiones del 6 y 7 de septiembre: Carme Forcadell ingnora los informes de los letrados, se salta el reglamento y humilla a la oposición. Y, cómo no, la inolvidable, por bochornosa, sesión del 10 de Octubre: Puigdemont declara y suspende la República Catalana con una expresión más propia de Groucho Marx o Antonio Ozores que de un President que afronta su destino histórico.

No todo han de ser malas noticias. A punto de cumplirse dos meses de los atentados del 17 de agosto, la Rambla vuelve a rebosar de flores y paseantes: la Barcelona que se resiste a la insignificancia reaparece como un film desde la pecera del Círculo del Liceo que ha remodelado la entidad en su ciento setenta aniversario. Conversamos con Lluís Permanyer entre los murales que firmó el polifacético Oleguer Junyent: vidrieras de luz tamizada, cactus con higos chumbos y una ciudad a vista de pájaro con muchos humos de chimeneas. A pesar de todo, Barcelona sigue ahí.

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