José García Domínguez - Punto de fuga

La hora de los locos

Antoni Castells y Miquel Puig, amén de dos economistas competentes, son un par de catalanes que todavía razonan como adultos

José García Domínguez
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Prueba de que no todo el mundo ha perdido la cabeza dentro del establishment nacionalista, Antoni Castells y Miquel Puig, que amén de dos economistas competentes son un par de catalanes que todavía razonan como adultos, acaban de airear su común escepticismo a propósito de que la cerrazón secesionista de la Generalitat conduzca a algo que no sea un callejón sin salida. Y es que el conservar dos dedos de frente, esa genuina extravagancia que ambos comparten en la Cataluña de hoy, les ha empujado a manifestar en voz alta que, en ausencia de un mínimo reconocimiento internacional, cualquier eventual proclamación de independencia por parte de Puigdemont y compañía se verá abocada a un fiasco seguro.

Al parecer, ya solo ellos dos recuerdan lo que Jean-Claude Juncker respondió al eurodiputado Terricabras tras ser interpelado por el electo de la Esquerra a propósito de «cómo reaccionarían las instituciones comunitarias a un sí en el referéndum de Escocia y en una hipotética consulta en Cataluña».

Telegráfico, así le contestó Juncker: «Nadie se convierte en miembro de la Unión Europea con el envío de una carta». Inequívoca alusión a la misiva que remitiera el aún president Mas a los líderes europeos con la cantinela del «procés». Pero la de Juncker no fue la primera vez, sino la tercera, en que desde Europa dejó claro lo que hay al respecto.

La primera se remonta a 1962, cuando una región denominada Argelia procedió a independizarse de Francia. No pasó ni un cuarto de hora, huelga decirlo, antes de que se viera expulsada del Mercado Común. Y la segunda ocurrió en 2004, a raíz de otra pregunta de una eurodiputada galesa, cierta Eluned Morgan. «Si un Estado miembro se dividiera, por haber alcanzado una región la independencia democráticamente, ¿sería de aplicación el precedente sentado por Argelia?», inquirió Morgan. La contestación de Romano Prodi, el entonces presidente, resultó aún más lacónica que la de Juncker. «Sí», le espetó. Ni una ni dos, tres. Y siguen sin entenderlo.

Ver los comentarios