El amigo y biógrafo del cantante fallecido Leonard Cohen, este pasado jueves en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid
El amigo y biógrafo del cantante fallecido Leonard Cohen, este pasado jueves en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid - F. HERAS
Cultura

«Leonard Cohen era un bala perdida»

La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid rinde un homenaje póstumo al cantante y escritor canadiense con una conferencia de su biógrafo y amigo Alberto Manzano

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En la vida, como en muchas otras cosas, no sabes qué te puedes encontrar o a quién puedes conocer. Cual fue la sorpresa de Alberto Manzano, ahora biógrafo oficial y amigo del fallecido Leonard Cohen, cuando el 17 de noviembre de 1980 el cantautor, tras recibir una pila de libros con poemas y canciones del interprete que Manzano había llevado al hotel de Barcelona donde se hospedaba, le invitó a comer (aunque no probó bocado por la emoción que sentía) y, en su despedida, le animó a irse con él a Toulouse. Se hicieron tan amigos que al mes siguiente ya estaban juntos en Hydra (Grecia) pasando las navidades junto a la familia del artista. Y se han mantenido juntos hasta el 7 de noviembre de este año, día en el que Cohen falleció, y una fecha que Manzano no duda en calificar «como un día muy triste».

Por esta razón, el traductor y la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid quisieron rendir su pequeño homenaje a Cohen este pasado jueves, dedicándole una semblanza realizada por el amigo del artista y con el visionado de la película-documental «I´m your man» sobre la vida y carrera del cantautor y poeta canadiense.

El biógrafo, conocedor de la personalidad de Cohen tanto en lo personal como en lo profesional, asegura que fue un hombre «que ha necesitado mucha disciplina para todo lo que ha hecho, porque era un bala perdida, aunque entregado total y absolutamente a su trabajo». «Era una maravilla trabajar con él porque te daba todo lujo de detalles que lo que hacía», explicó.

Y a pesar de la fama que siempre se le ha dado de serio, nada más lejos de la realidad: «Tenía un gran sentido del humor, era entrañable, generoso, simpático... Si que es cierto que en los primeros discos era más serio y lúgubre, pero tras un periodo de meditación y maduración personal, fue un hombre con una paz increíble», asegura Manzano, que no dudó en comentar que los más allegados sabían que en sus últimos meses estaba en un momento «muy crítico» y que todo apuntaba a que «tenía los días contados» y nunca se escondió por ello.

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