Ciudad Real tiene su «Explorer Man»

Manuel José Carpintero, famoso por sus hazañas, dará el 9 de febrero una charla en The Explorers Club de Nueva York

Manuel José Carpintero, durante su expedición a la Antártida en un barco de 14 metros Manuel José Carpintero
Mariano Cebrián

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«Puede que no haya demostrado ser un gran explorador, pero hemos hecho la mayor expedición que jamás se ha hecho y estamos muy cerca de un gran éxito». Esto es lo que escribió en su diario Robert Falcon Scott antes de lo que pudo ser y no fue. Este oficial de la Real Armada Británica dirigió dos expediciones a la Antártida: la Discovery y la Terra Nova. Durante su segunda aventura, encabezó el grupo de cinco hombres que alcanzó el Polo Sur el 17 de enero de 1912. Aunque sólo para descubrir que la expedición noruega de Roald Amundsen se les había adelantado un mes antes, el 14 de diciembre de 1911 , al alcanzar por vez primera el punto más meridional del planeta. Ninguno de los expedicionarios británicos volvió para contar su infortunio, pues todos perecieron en su regreso.

Casi un siglo después, Manuel José Carpintero (Ciudad Real, 1972) también fue el primero en llegar al Polo Sur, pero con una particularidad; él lo hizo en un barco velero de 14 metros por primera vez. Esta expedición, en las Navidades de 2006-2007, le sirvió para que National Geographic le otorgara el título de «Explorer Man», con el que le reconocieron por su hazaña. Desde entonces, es el encargado de la labor divulgativa de expediciones y exploradores de esta sociedad científica estadounidense, que le ha llevado a dar conferencias por todo el mundo, como la que ofrecerá el próximo 9 de febrero en The Explorers Club de Nueva York, el colectivo aventurero más prestigioso del mundo.

Este explorador ciudadrealeño, que en su día a día es el director y el profesor de Educación Física en el colegio de la localidad de Villarta de San Juan , además de exjugador de voleibol en Primera División, tiene el honor de haber conocido durante estos años de aventuras a gente tan importante como Miguel de la Quadra Salcedo o a los astronautas Pedro Duque o Michael López Alegría, que visitó hace poco su centro escolar.

«Desde bien pequeño, he sido un apasionado de los libros de aventuras, de expediciones y, sobre todo, de las grandes historias épicas de viajes a la Antártida o al Ártico», cuenta a ABC «Explorer Man», que con tan sólo 20 años ya participó en un proyecto de voluntariado que le llevó a trabajar dos meses con una comunidad indígena en la peligrosa selva del Chocó, en Colombia.

«A partir de entonces empecé a interesarme por la vida en la naturaleza, la aventura y los lugares extremos, que es como una droga», subraya Manuel. Una pasión que le llevó a crear en 2003 la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real , que nació con una función divulgativa siguiendo el ejemplo de las grandes sociedades de exploradores de Gran Bretaña y Estados Unidos.

Una labor que compaginaba, de forma paralela, con la organización de expediciones. Entre ellas, recueda de manera especial su primer viaje, con el que rompió el hielo, nunca mejor dicho. En 2005, dos años después de crear la sociedad y un año antes de su viaje a la Antártida, Manuel comenzó su proyecto «Ciudad Real, de polo a polo». Esta primera aventura le llevó a Groenlandia en un trineo de perros , acompañado de uno de los mejores conocedores del Polo Norte, como es Ramón Larramendi .

Fue su primera experiencia con el frío extremo, a unos 40 grados bajo cero, y con los peligros que ello conlleva. Atravesando el mar helado de Groenlandia, el explorador se dio cuenta de los riesgos que tiene transitar por una gran superficie de hielo, con profundidades que van de 2.000 metros de profundidad a 10 centímetros. Allí, cuenta que, estando grabando una escena, pisó mal y el hielo se hundió, quedando sumergido en parte dentro del mar helado. «Dos minutos en esa agua habría supuesto una muerte segura por hipotermia», afirma.

Tras la pista de Diego de Mazariegos

Entre las aventuras que ha llevado a cabo también el director del colegio de Villarta de San Juan, destaca la ruta que le llevó en 2008 a seguir la pista de un paisano y compañero de andanzas en el siglo XVI, Diego de Mazariegos. Su afán era recuperar la historia que emprendió en 1528 a ese otro explorador ciudadrealeño a recorrer más de 3.000 kilómetros por la selva mexicana de Chiapas.

Pero Manuel no puede parar quieto y siempre tiene en la cabeza posibles aventuras. Así, desde hace tiempo está preparando una expedición que le llevará a recorrer el río más largo del mundo —con más de 7.000 kilómetros de longitud—, el Amazonas . Según explica, partiría de Arequipa (Perú) hasta la desembocadura en Belem (Brasil), la haría en ultraligero con tres equipos (uno por tierra, otro por el agua y otro por el aire) para saber qué salud tiene el pulmón del planeta. «El problema —se lamenta— es que es un viaje muy costoso y, de momento, no ha sido viable económicamente».

Como buen manchego que es, este explorador ha llevado en varios de sus viajes ejemplares del Quijote, quizás la obra más reconocida de la literatura universal, a cuyo protagonista homenajea e incluso se parece por las locuras que lleva a cabo en sus aventuras. «No hay que olvidar de dónde viene cada uno y reconocer lo bien que hacemos algunas cosas en España, como, por ejemplo, el trabajo que desempeñan los españoles en la base Gabriel de Castilla en la Antártida», subraya.

Es, por ello, que este explorador ciudadrealeño y profesor anima a los más jóvenes a embarcarse en aventuras «porque es el sentido de la vida». «Nacimos para explorar y exploramos para vivir» . Este el lema vital de Manuel José Carpintero.

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