Literatura y mujer isleña

Las letras se envuelven en palabras y crean historias que conforman libros. A su vez, el nacimiento de mundos literarios exige un proceso de creación que surge de la imaginería individual y la realidad colectiva que rodea a un contexto concreto. La individualidad a la que me refiero tiene un oficio determinado al que siempre acudimos cuando queremos difundir un mensaje: el trabajo del escritor y el de la olvidada, hasta ahora, escritora. El tiempo pasa y los siglos corren pero la literatura se mantiene viva y refleja un periodo histórico. No obstante, paradójicamente siempre se ha contado la historia, pero nos hemos olvidado de esa profesión que la ha contado y que se infravalora más si proviene de una mujer.

Dedos femeninos han rozado el papel mientras con tinta formaban personajes, cuentos, disputas o le daban un toque poético a la vida; y que han dedicado horas íntimas y no visibles a lo que las apasionaba, al gusto de escribir por escribir. El silencio de la literatura hecha por mujeres ha ocasionado una ignorancia a veces no intencionada que quizás hoy está desapareciendo. Muy probablemente estamos siendo testigos de una visibilidad cada vez mayor que permite difundir el concepto de literatura con el de mujer junto a un justo reconocimiento literario que siempre ha merecido y que empieza a entrar en escena en un mundo que necesita ser más tolerante y equitativo. Brindemos por los incansables pasos que se dan y por toda la lucha que nos queda como seres humanos que somos sin distinción de nada, sin necesidad de diferencia.