Curri Valenzuela

Tres negociadores... y Susana

Curri Valenzuela
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Mañana se reúnen, al fin, los negociadores de PSOE, Podemos y Ciudadanos en una mesa con cuatro sillas. Una de ellas parecerá vacía, a menos que se haga visible el fantasma de Susana Díaz, árbitro vigilante de que Pedro Sánchez no se salta ninguna de las líneas rojas que le ha marcado. Son las mismas señaladas por Albert Rivera. Ni la presidenta andaluza ni el líder de Ciudadanos quieren que el candidato socialista llegue a la Moncloa con la ayuda, directa o indirecta, del partido financiado por Venezuela partidario de un referéndum en Cataluña que propone gobernar aumentando el gasto público y los impuestos.

A Pedro Sánchez le da todo eso lo mismo, su único objetivo es ser investido presidente del Gobierno antes de las dos fechas marcadas en rojo en su calendario, que cada vez le alertan más, en un «tic,tac,tic,tac» como el que marca el reloj de Pablo Iglesias, de que sus horas están contadas.

La primera fecha es la del 1 de mayo, cuando el Rey convocará las elecciones a menos que haya conseguido su objetivo. La segunda, la del congreso del PSOE que se celebrará inmediatamente después de que los españoles acudamos a las urnas. Si no consigue ser presidente antes de que venza el primer plazo, el segundo se saldará con su salida inmediata de la secretaría general.

Así que lo que se juega en la reunión de mañana es la vida; demasiado para estar pendiente de lo que firmó Hugo Chavez o la futura cuadratura del déficit público exigida por Bruselas. Díaz pretende ser elegida secretaria general antes del verano sin abandonar su sillón de Sevilla. Si Mariano Rajoy ha compaginado la presidencia del Gobierno con la del PP, ¿por qué no va a hacer ella lo mismo?, es su argumento.

No le interesa la investidura de Sánchez ni por motivos personales ni políticos: ha sido la única líder socialista que se ha demostrado capaz de frenar la competencia de Podemos en su comunidad y quiere hacer lo mismo a nivel nacional. A Rivera tampoco le va bien un acuerdo PSOE-Podemos que pasaría necesariamente por encima del pacto que tiene firmado con Sánchez, totalmente incompatible en los temas mollares –unidad de España y Economía de mercado- con las exigencias de Iglesias, aunque estas sean rebajadas a última hora.

Pero si le viene bien sentarse a negociar: cuando se celebren las elecciones que cree prácticamente inevitables podrá presentarse como el único que estuvo dispuesto a hablar y hablar hasta que fue imposible seguir hablando.

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