El Tarajal, la colapsada frontera de alto riesgo para la seguridad

Piden revisar una excepción de Schengen que permite cruzar sin visado de Tetuán a Ceuta

Ceuta Actualizado: Guardar
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Para las autoridades de Ceuta el paso fronterizo por el que acceden diariamente desde Marruecos 15.000 vehículos y 20.000 personas es una bomba de relojería. Por distintos motivos. El más perentorio, el riesgo en la zona de tránsito de mercancías Tarajal 2 de que se produzca una tragedia por aplastamiento como la que ocurrió en 2009, cuando murieron dos porteadoras, y que ha obligado a cerrar la instalación una semana entre el pasado lunes y hoy. El motivo más paralizante, la inseguridad que tangencialmente se deriva en general de este flujo humano constante y de muy difícil control, donde no todo el mundo es quien dice ser.

La población fronteriza marroquí, Tetuán, goza de una excepción del Tratado de Schengen que permite a sus vecinos acceder sin visado a Ceuta, lo que ha dado lugar a un efervescente mercado de compra-venta de documentos, al que hay que sumar otro complementario de falsificación de pasaportes.

Se han detectado algunos de «calidad excelente», según certifica el inspector jefe de Extranjería de la Policía Nacional en la Ciudad Autónoma, Cristóbal Segura. Y conseguir cruzar con uno de ellos a la Península significa moverse por libertad por toda Europa en un momento en que las alertas en materia de seguridad están en niveles máximos.

Los peligros asociados a la cantidad y la identidad de las personas que utilizan este cruce están íntimamente ligados entre sí y conectados ambos con la mencionada singularidad Schengen, que también afecta a la provincia de Nador aneja a Melilla. Pero esa es otra historia.

En Ceuta, la Delegación del Gobierno viene defendiendo que «hay que corregir normativamente y, por supuesto, en coordinación con las autoridades marroquíes» esa excepción, culpable, según el titular de la institución, Nicolás Fernández Cucurull, de que en el territorio de Tetuán la población haya crecido de las «200.000 personas a tener hoy más de un millón», lo que habría sido como consecuencia del «efecto llamada» que ejerce el llamado «comercio atípico». Esto es, de la posibilidad de ganarse la vida con el contrabando puro y duro de todo tipo de mercancías -ropa, alimentos, papel higiénico...- que se compran en polígonos y supermercados de la ciudad autónoma y los porteadores cargan a la espalda en fardos descomunales hasta Marruecos a cambio de 20 o 30 euros cada viaje. No obstante, según fuentes bien informadas, en épocas de restricciones se ha llegado a pagar hasta cien euros.

El colapso se ha producido cuando la capacidad del Tarajal II de gestionar unos 4.000 porteadores se ha visto sucesivamente desbordada por la afluencia de hasta 10.000, lo que condujo a su cierre temporal. La reapertura está prevista para hoy, y fue anunciada por la Delegación del Gobierno sólo después de que Marruecos se comprometiera a limitar el número de transeúntes a los 4.000 originales.

Conscientes de este estraperlo permanente, las autoridades muestran cierta despreocupación por el hecho de que las mercancías siempre van de España a Marruecos, y no al revés. También se entiende que es otro de los muchos peajes que se pagan al Reino vecino por los servicios prestados como gendarme de la frontera de Ceuta. Quién más se resiente de este inmenso movimiento de personas y vehículos cargando fardos es, no obstante, la población ceutí, que ve permanentemente atascadas sus carreteras o desabastecidos sus supermercados. La entrada masiva de marroquíes trastoca más el día a día de la Ceuta que convivir con la valla y con las oleadas de subsaharianos que la cruzan.

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