Curri Valenzuela - Chispas

Nuestro Dunkerque

Curri Valenzuela

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Como sigan acosando a los policías nacionales y guardias civiles los independentistas catalanes, animados por su éxito del domingo pasado, es posible que lleguemos al punto en que sea necesario enviar a la Flota para rescatarles desde los muelles de Barcelona. Un Dunkerque a la española con muchas diferencias, eso sí, de la operación inglesa para evacuar a sus tropas derrotadas por la gran ofensiva nazi de 1940 que Churchill supo convertir en una inyección de moral de victoria para su pueblo. Para empezar con las diferencias mayores, ahora no estamos en un conflicto bélico entre Cataluña y España. El conflicto es de carácter político pero devenido en revolucionario, sedicioso y antidemocrático. Un golpe de Estado pacífico frente al cual el Gobierno ha cosechado dos derrotas en un mismo día: Ni impidió el referéndum ni logró evitar que las imágenes de la actuación policial fueran aprovechadas por el adversario para convertir a sus seguidores en mártires.

Tampoco tenemos un Churchill, para qué engañarnos. Cabe preguntarse si Hitler habría ganado la II Guerra Mundial en el caso de que el primer ministro británico se hubiera arrugado cuando los nazis invadieron Polonia y hubiera esperado a comprobar el desarrollo de los acontecimientos antes de declararles una guerra para la que sabía que su país no estaba preparado, mientras evitaba que los ciudadanos ingleses salieran a la calle agitando sus banderas para no provocar al enemigo. Se arriesgó, cosechó inicialmente una gran derrota y replegó sus tropas para prepararlas para una larga guerra que aún duraría 5 años y que, como todos sabemos, acabó con su victoria. Todo ello después de conseguir evacuar a 338.000 soldados de los 400.000 atrapados al otro lado del Canal de la Mancha.

Churchill no se dirigió a su país para tratar de convencerles de que sus tropas habían ganado. Tomó el micrófono de la BBC y en aquellos duros momentos pronunció una de sus frases más recordadas por la Historia: «We shall not surrender». Como refleja la última escena de la reciente película sobre Dunkerque, así consiguió que los soldados británicos que regresaban a casa con la moral por los suelos, esperando que les recibieran como cobardes, se encontraron que se les trataba como héroes gracias al político que enseñó a los ingleses a no rendirse.

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