Anuncio del «fin de la actividad armada» etarra el 20 de octubre de 2011
Anuncio del «fin de la actividad armada» etarra el 20 de octubre de 2011 - EFE

Una ETA «en coma» a la que solo le queda disolverse

Partidos políticos y Gobierno vasco envían un mensaje sin fisuras a la banda terrorista

BILBAO Actualizado: Guardar
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Descabezada y «en coma», parafraseando al popular Javier de Andrés, ETA escuchó ayer, cuando se cumplían cuatro años del anuncio de que ponía fin a su «actividad armada», cómo partidos políticos -los demócratas, pues Sortu no alteró su discurso-, Gobierno autonómico e instituciones le enviaban un mensaje inequívoco: no le queda otro camino que reconocer el daño causado, entregar las armas de forma que pueda ser verificado y disolverse.

«Para que ocurriera lo que ocurrió hace cuatro años fue necesario un proyecto que dijera claramente a la sociedad, y particularmente a la banda terrorista, que no tenía ninguna escapatoria, que era rechazada por casi toda la sociedad vasca, y que no se le iba a perdonar nada, que no iba a haber capacidad desde ETA para poder negociar ningún objetivo político», subrayaba ayer el nuevo presidente del PP de Álava, Javier de Andrés.

No quiso pasar por alto el dirigente popular la trascendental incidencia de un creciente «rechazo social» como una de las claves del debilitamiento etarra. Un rechazo que se traduce en «una mayor exigencia ética», que a su vez se traslada al ámbito político. «El progreso en la lucha contra el terrorismo y en la lucha también contra las ideas que alientan el terrorismo es precisamente el ser muy exigentes y no aceptar ningún chantaje de aquellos que recurren a la violencia», subrayó De Andrés.

Lamentó, al tiempo, que «hubo algunos» que «alentaron permanentemente que hubiera una negociación política con ETA», pero valoró que esta «política decayó» y «fue precisamente lo que hizo posible que ETA percibiera que no había posibilidad de negociación política, que no iba a lograr sus objetivos». «La conclusión que podemos tomar es de felicitar al conjunto de la sociedad vasca, porque tengo la convicción de que hoy es mucho más entera en la defensa de la libertad, de la democracia, y en la lucha y el rechazo y condena del terrorismo», resumió.

«Mucho camino por recorrer»

A ETA, apuntó por su parte Iñigo Urkullu, solo le cabe ejecutar tres acciones: «el desarme completo, el reconocimiento del daño injusto causado y su disolución», como resumió Iñigo Urkullu, quien advirtió a la banda terrorista que «tiene todavía mucho camino por recorrer». El lendakari transmitió su «deseo de asentar la paz definitiva y la convivencia futura», como «legado que queremos dejar a las generaciones venideras».

«La decisión que se adoptó hace cuatro años fue una decisión unilateral, de la propia organización armada, y el compromiso es también unilateral. Por tanto, los pasos que quedan por dar habrían de llevarse a cabo también con arreglo a este criterio de unilateralidad», apuntó el portavoz del ejecutivo vasco, Josu Erkoreka. «Es la propia organización la que inició una vía unilateral y la que en este ámbito tiene que continuar también en clave unilateral seguir dando los pasos que inició hace cuatro años, y los primeros pasos tienen que ver con el desarme. Ahí el compromiso tiene que ser firme, efectivo, claro, de manera que el desarme sea total y verificable».

El exlendakari Patxi López, en la misma línea, aseguraba en Portugalete que queda que ETA «desaparezca definitivamente. Hoy existe el fantasma de una banda terrorista que se niega a desaparecer definitivamente de nuestras vidas y queda recorrer un camino que nos haga consolidar una convivencia en una sociedad asentada en valores éticos y morales». Apelaba por otra parte a la izquierda abertzale, a la que indicó que tiene que «reconocer que matar estuvo mal, rechazar contundmetne la violencia y entender que la violencia nunca tiene ninguna justificación en democracia».

«Las lágrimas siguen ahí, aún brotan en cada aniversario y así seguirá siendo. Pero falta aún que quienes provocaron el lloro reconozcan que esas eran lágrimas que no se deberían haber derramado», escribía en su blog, en vísperas del aniversario, la líder del PSE, Idoia Mendia. A ETA, añadía en el texto, «le queda desaparecer y asumir que el que eligió fue eso, el peor de los caminos. El mejor sigue siendo el de la convivencia en libertad, asumiendo la pluralidad, asumiendo que todo el daño causado ha sido tan doloroso como inútil, asumiendo que Euskadi necesita a todos».

Desde Bilbao, donde participó en un seminario, se pronunció también el exfiscal general del Estado y magistrado del Tribunal Supremo, Cándido Conde-Pumpido. A su juicio, Españ afronta «una etapa nueva» y habrá que «contemplar un futuro de paz para los españoles, pero en absoluto se debe relativizar lo que hubo antes, que forma parte de nuestra historia». Si bien reconoció que se ha producido «una evolución muy positiva y favorable», alertó de que no se puede olvidar el «daño que se ha sufrido» ni ofrecer a las víctimas de ETA el respeto que les corresponde.

Sortu se enroca

Mientras, el entorno proetarra no varía su discurso. Ayer Pernando Barrena, portavoz de Sortu, se puso ante los micrófonos para asegurar que «el fin de la violencia» es incompleto porque, dentro de su lógica, «los independentistas vascos» padecen lo que denominó «violencia legal contra el proceso de paz».

«El Gobierno español sigue utilizando la violencia con fines políticos, contra los presos y sus familiares, por medio de macrojuicios de persecución política y con la detención y puesta fuera de circulación a quienes están llevando a cabo las labores de puesta de fuera de uso del armamento de ETA», abundó. «No hay convivencia ni normalización social posible mientras haya ciudadanos vascos privados de libertad por motivaciones políticas», añadía.

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