Chispas

Caza al ministro

«Catalá se ha convertido en un peligro para la separación de poderes imprescindible en una Democracia»

El ministro de Justicia, Rafael Catalá,en una imagen de archivo EFE
Curri Valenzuela

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El ministro de Justicia puede ser la persona menos indicada para sugerir que no está en sus cabales un juez que destaca al pedir la absolución de «La Manada» «el ambiente de jolgorio y regocijo » con el que cuatro tipos penetraron once veces a una chica en un portal, pero lo importante de este asunto no es lo que dijo o dejara de decir Rafael Catalá , ni la supuesta injerencia del Gobierno en la independencia judicial.

Lo importante es que ande libre por ahí dictando sentencias un juez que valora más lo bien que se lo pasan los agresores que el sufrimiento de su víctima. Una actitud tan reprobable por alguien con un mínimo de sentido común, que no hace falta consultar el Aranzadi para concluir que en la España de hoy son inadmisibles esos argumentos por parte de quienes imparten Justicia. Basta con saber que el Consejo General del Poder Judicial es el órgano que tiene que intervenir para evitarlo antes de que un ministro se lo recuerde.

El CGPJ está politizado y funciona con excesivo corporativismo , algo imposible de explicar en este artículo más allá de señalar que por ahí viene el apoyo al ministro, que tanto ha extrañado, de la portavoz parlamentaria del PSOE, Margarita Robles . Ella es magistrada, fue vocal del Consejo y sabe de lo que habla Catalá. Lo curioso es que nadie le acusa como a él de interferir en la independencia de los jueces. Como no es ministra…

Con razón o sin razón, el Gobierno de Rajoy se está convirtiendo en el pim-pam-pum de los medios de comunicación y la opinión pública. Catalá se ha convertido en un peligro para la separación de poderes imprescindible en una Democracia; Cristobal Montoro es tan incompetente para controlar en qué se invierte el dinero público, que ha permitido que la Generalitat gastara millones de euros en financiar el «procés»; Juan Ignacio Zoido tuvo la culpa de los disturbios ocurridos el 1 de octubre cuando radicales independentistas se enfrentaron a la Policía Nacional que trataba de impedir que se votara un referéndum ilegal; Soraya Sáenz de Santamaría se dejó engañar por Oriol Junqueras hasta creerse que lo de declarar la independencia no iba en serio…

Probablemente el PP va a pagar en las urnas su tibieza para atajar la corrupción interna y su tardanza en afrontar la crisis catalana, pero pongamos las cosas en su sitio. La culpa no es de Catalá, Zoido, Montoro o Soraya. Y quizás no vaya a pasar mucho tiempo antes de que echemos de menos a ministros como ellos.

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