Javier Pery Paredes - IN MEMORIAM

Carme Chacón, ministra de Defensa con inteligencia para conocer y buen trato para resolver

Javier Pery Paredes, almirante retirado y director del Gabinete Técnico de Carme Chacón en el Ministerio de Defensa, se declara «honrado» porque le permitiera «servir a España a sus órdenes»

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Nada tan impactante como aquello que, además de inesperado, daña los sentimientos más profundos como el afecto y el respeto.

Con este sentimiento de sorpresa y de profundo pesar recibí la noticia del fallecimiento de la que fuera ministra de Defensa. Esa sorpresa que produce la incredulidad con la que recibes lo inesperado que con el paso de los minutos se convierte en pesar, esa losa intangible que carga el cuerpo y bloquea la mente hasta que el recuerdo se impone.

El recuerdo me obliga de corazón a devolver a Carme Chacón el respeto con que ella trató cada uno de los asuntos que como director de su gabinete militar llevé hasta su despacho y, sobre todo, el afecto con el que consideró el efecto que cada uno de ellos podía tener sobre las personas.

Porque si hubo dos elementos en su forma de proceder fueron la inteligencia para conocer y el buen trato para resolver.

Inteligencia para escuchar a un interlocutor que trataba de traducir un lenguaje técnico en un hablar llano, preguntar con la imaginación necesaria para llenar los vacíos, pedir opinión de forma directa y querer recibirla de la misma forma, valorar con sosiego las de los unos y las de otros para finalmente tomar decisiones que, con mucha frecuencia, requirieron el valor de asumir unos riesgos indefinibles e impredecibles. Las crisis son siempre así, indefinibles e imprevisibles, y ella lo sabía.

Pero si supo asumir esa tarea con inteligencia, también lo supo hacer con buen trato con todos aquellos que debían soportar las consecuencias, ya fuesen los militares para los que emitía sus órdenes, como para sus familias, a las que tuvo presentes una y otra vez, en los momentos más duros, cuando la ausencia se hace permanente. La firmeza en la decisión nunca estuvo reñida con la sensibilidad en el trato. Ambas fueron marcas de identidad.

Así, como sucede en este oficio de la milicia, conoció bien la esencia de la milicia porque supo respetar las reglas universales que sostienen a la institución militar: jerarquía y disciplina; sin dejar de ser sensible a lo que la vida del militar necesitaba para estar en esta sociedad cambiante. Más aún, apreció el singular comportamiento de los militares por lo que hacían, sin dejarse sorprender por lo que decían.

Si hubo inteligencia y buen trato, también existió en su forma de ser la suficiente confianza en sus colaboradores para delegar, sin renunciar a la responsabilidad, para hacer que una organización tan extensa como las Fuerzas Armadas pudieran funcionar con eficacia, saber hacer equipo sin dejar de liderarlo. Si puede resultar gratificante el ejercicio del mando, también lo es el de ser bien mandado y esto se nota cuando tienes la confianza de tu superior.

Fueron muchas las ocasiones en las que le pude observar que escuchar y percibir tenían el mismo peso en su conversación, así que pienso que mente y corazón de la ministra Chacón iban al mismo paso, sin enfrentarse a dilema interno alguno, especialmente cuando se trataba de solventar las inquietudes y necesidades de quienes voluntariamente habían decidido servir a España hasta las últimas consecuencias. Bien vale recordar el lema que empleó durante el tiempo en que ejerció su cargo de Ministra de Defensa: «El valor de servir»; que era, ni más ni menos, que el reconocimiento sutil que nos hacía a quienes vestíamos el uniforme.

En esta hora del recuerdo, donde el pesar por la ausencia deja la insatisfacción por todo lo que podría haber dicho y lo que antes nunca le pude decir, quisiera devolver a Carme Chacón lo que me dio. Me honró al permitirme servir a España a sus órdenes directas, me trató con el afecto que produce la cercanía, me reconoció como almirante al pedir mi ascenso y me hizo sentir valorado al depositar su confianza para llevar adelante algunos de sus encargos. Todo ello, mostraron las esencias del buen comandante era.

Y por encima de todo, lo que conocí de Carme Chacón, más allá de la ministra de Defensa, fue que era una buena persona que supo distinguir entre el servicio de las armas y el uso indiscriminado y cruel de la violencia, o lo que es lo mismo entre la pacífica necesidad de la Defensa y la barbarie de quienes reniegan de vivir en paz.

Por eso, pido a Dios que la reciba en Su Gloria porque, como buena persona era, dará así respuesta a las muchas personas que, a buen seguro, la tendremos en nuestras oraciones, y en todo caso, en nuestro recuerdo.

Descanse en paz.

Javier Pery Paredes fue director del Gabinete Técnico de Carme Chacón como ministra de Defensa

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